En
contra de mi costumbre de procurar tener siempre el artículo más fresquito y
reciente de este periódico, he dejado que se “resese” el anterior del derecho a
la autodeterminación y esto porque estaba a la espera del resultado de las
elecciones en Cataluña y a ver hasta que punto podía yo acertar con lo que
pasara. Bueno, acaba de pasar y parece que no iba descaminado. Lo de Más, que
pedia en todas las formas una gran mayoría para llevar adelante su iluminada
idea independentista, se ha convertido en menos, mucho menos. Hasta sus
partidarios le han retirado en voto, como denota el bajón de escaños de las
últimas elecciones a estas. Mas las adelantó, tratando de aprovechar y
subiéndose al carro de la manifestación de la Diada, y para echar tierra o
crear una nube de humo que hiciera olvidar su mala gestión y los escándalos
financieros y de corrupción, que surgen por doquier, como setas tras la lluvia.
El gran beneficiado de esta debacle
electoral ha sido ER, o sea, los independentistas de verdad, los de toda la
vida, que también han apostado por la protesta contra los recortes sociales
(que no contra el gasto desmedido en cuestiones identitarias).
También se ha disparado uno de los
políticos más sensatos de Cataluña. Además de joven y bien parecido, Albert
Rivera dice verdades elementales, como puños, una de ellas tan antigua y sólida
como que la unión hace la fuerza y la desunión, la debilidad. Pero dice muchas
más, que caen como gotas de agua en el aceite hirviendo de los despropósitos
nacionalistas, y que parece van calando en la gente.
Entre otras, afirma que Más, si tuviera
vergüenza, que no la tiene como lo ha demostrado en la campaña, con la cantidad
de tonterías y mentiras que ha soltado con total tranquilidad, debería de
dimitir, como consecuencia de su evidente fracaso, para dejar paso a cualquier
otro político de CIU, que pueda recomponer el putiferio que ha montado al
adelantar la elecciones.
Porque, díganme por favor, para que han
valido estos comicios, sino es para complicar aún más la ya de por sí
complicada situación económica y política de esta región.
Naturalmente que la fantasía del estado
catalán independiente y europeo, va a seguir viva, porque en realidad es lo
único que tienen para vender en estos momentos tanto CIU como ER. O sea, nada,
humo, quimeras, que tanto unos como otros saben que no van a conseguir nunca,
pero que les sirven para estar donde están, o sea mandando sobre todos los
catalanes, que es en realidad lo que quieren.
Bueno, por supuesto que hay que
respetar la voluntad de las urnas, hasta donde estas puedan opinar legalmente y
respetando el sistema, claro. Pero no le arriendo la ganancia a los de CIU si
dependen ahora para gobernar de los que son en verdad sus mayores oponente
políticos. En realidad y aparte la cuestión nacionalista, CIU es un partido de
derechas, democracia cristiana, vamos, muy cerca en su ideología al PP. Y los
de ER son izquierda pura y dura. Cierto que ambos comparten sus tendencias
nacionalistas, pero les digo que el independentismo sobrevenido de Mas nada
tiene que ver con el fundamentalista de los que se dicen de izquierda y
republicanos. Y si nó, se lean su estatutos, que es donde se dice que es lo que
es cada partido y a lo que aspira conseguir.
Así que Más lo tiene claro. Tiene que
pactar de alguna manera con los independentistas de ER, pero esto va a ser
difícil y le va a salir caro. En primer lugar porque le van a pedir “referéndum
ya”, nada de para el 2.016 o por ahí. Y a quitar el euro de las medicinas, por
ejemplo. Y claro, lo primero lo puede intentar, que para eso lo ha prometido,
pero lo del euro y todo lo demás que cuesta dinero…eso está más duro. Entre
otras cosas porque la única solución que tiene la autonomía catalana, como
todas las demás españolas, es recurrir a papá estado, el de verdad, no el
virtual, que es el que tiene las perras y la posibilidad de conseguir más en Europa.