jueves, 30 de agosto de 2012

CATALUÑA Y SU RESCATE


           Ahora resulta que los catalanes, que presumen de ricos y autosuficientes, son la autonomía más axfisiada económicamente de todas las que existen y nos hemos inventado desde 1978, en la piel de toro.
            Necesitan recurrir a las arcas del estado y piden con urgencia nada menos que 5.023 millones de euros y se llenan la boca, diciendo que ese es dinero de los catalanes y que no admitirán condiciones políticas.
            Bueno, al Sr. Más y a su gobierno, que dilapida el dinero público en tonterías como las “embajadas catalanas” por ese mundo adelante, hay que decirle que ese dinero que piden es del estado español, o sea, de todos los españoles, incluidos ellos claro y todo lo demás son zarandajas populistas, o sea, pura demagogia. Y que las condiciones para el rescate las pone el Estado y también la Unión Europea, que mira en general con desconfianza nuestro invento autonomista, que no es chicha ni limoná, o sea que no somos un estado federal, ni parece que sepamos muy bien lo que somos, a pesar del tiempo transcurrido desde la Constitución para aquí.
            Y que las condiciones van a ser políticas está más que claro, porque lo esencial, que es la pela, es la que rije en realidad la política de un país y si el estado puede controlar los presupuestos, como parece que nos va a pasar con el rescate de España, pues díganme si Cataluña se va a librar de tales controles.
            Que los políticos catalanes que mandan en el país de la barretina hablan para su público, sobre todo por la proximidad de la diada el dia 15 de septiembre, es patente y normal por otra parte. Que la pequeña pataleta nacionalista resulta ridícula, como muchas de las cosas que dicen y hacen, también lo ve cualquier persona sensata. Y que el estado español les va a dar el dinero, no el de ellos, sino el público, el de todos, está cantado, Pero también lo está que, a pesar de sus bravuconadas, el gobierno de la Generalitat va a pasar por el aro, porque ahora estamos en la hora de la verdad. Y Rajoy es el que manda, porque para eso es el que paga la música. 

miércoles, 22 de agosto de 2012

AVELINO POUSA ANTELO


          Lo conocí hace muchos años, en mi Zaragoza natal, cuando era el gerente de una vaquería en Pina de Ebro.
            Gallegista convencido, apasionado y dogmático, irrumpió en el centro Gallego de Zaragoza, donde mi padre era uno de los socios fundadores. Decir que los centros gallegos, esparcidos por España y por bastantes países del mundo, no son en absoluto nacionalistas en el sentido que lo podía ser Pousa. El gallego de la diáspora tiene claro que su nación es España y no Galicia, de forma que no existe contradicción alguna entre ambas pertenencias. Así que el radicalismo de Avelino no encontró mucho eco en sus andanzas aragonesas.
            Pousa no era un gallego separatista y a pesar de su allegamiento al Bloque y a la izquierda nacionalista, sus ideas políticas eran conservadoras. O sea, que si en sus últimos tiempos aparecía en los actos públicos de la Mesa Pola Normalización lingüística, por ejemplo, era por su acendrada defensa de la lengua gallega, que él pensaba estaba en peligro. Pero las coincidencias políticas terminaban ahí.
            Una vez, estando en mi casa de Vigo, Avelino me habló (en castellano, idioma que empleaba entonces de forma habitual) de la refundación del partido galleguista, del cual fue luego presidente. Me explicó que en el partido cabría todo el mundo que quisiera a Galicia, independientemente de que fuera de izquierda o de derecha. Yo le contesté, confieso que con algo de mala leche, que aquello se parecía al sindicato vertical, contemplado en el Fuero del Trabajo, lo que le sentó bastante mal.
            Que aquello no tenía futuro se demostró cuando el Partido Galleguista se hizo el haraquiri y se autodisolvió, tras un estrepitoso fracaso electoral.
            Avelino Pousa era un sentimental profundo, un místico del galleguismo, honrado y apasionado en su querencia por Galicia.
            El mejor homenaje para Avelino Pousa ha sido el de su sepelio, porque allí ha conseguido, aunque de forma efímera, lo que persiguió toda su vida de forma incansable, unir en su recuerdo y cariño a la representación de todas las fuerzas políticas gallegas. Descanse en paz Avelino Pousa Antelo.

lunes, 20 de agosto de 2012

EL ABOGADO GARZON


                  Quienes sigan estas líneas saben mi opinión del caso del Juez Garzón. Un juez, para ser un buen juez, no sólo tiene que ser un jurista competente y experimentado y emplear el sentido común. Lo más importante, en realidad, es que tenga claro su importante misión, que es nada menos que cumplir y hacer cumplir la ley. Así de sencillo y así de rotundo. Teniendo en cuenta que ningún juez ni magistrado español representa a los ciudadanos, este mandato es si cabe mucho más estricto. Así, debe de quedar fuera de su campo de actuación la arbitrariedad, el protagonismo y, sobre todo, el utilizar el enorme poder que un estado de derecho le confiere, para aplicar su concepto de la justicia. O dicho de forma más llana, para dejar de ser juez y convertirse en justiciero. Y ello aunque la causa parezca merecerlo. No le pagan para eso, sino para que aplique la ley que otros hacen en aplicación estricta del principio democrático de separación de poderes. Pues bien, Garzón está fuera de la carrera judicial por sentencia firme del Tribunal Supremo español, precisamente por haberse saltado a la torera los principios antes enumerados.
                        En cambio el papel del abogado es radicalmente distinto. Se trata de un profesional cualificado jurídicamente, cuya misión consiste en defender los intereses que le son encomendados. El abogado no tiene que hacer cumplir la ley y le es dado discrepar de ella cuando la considera injusta y así manifestarlo aún públicamente, lo cual no quiere decir que la pueda incumplir, pero si puede y aun es su obligación el llevar a cabo todas las acciones legales posibles y ante cualquier tribunal u organismo, para la defensa de su causa. Y en esto su campo de acción en mucho mayor que el del juez y su proyección pública y privada, también. También sus recurso para conseguir sus objetivos, que no tienen porqué limitarse a lo estrictamente jurídico.
            Según creo, ahora Garzón ha encontrado la actividad donde verdaderamente encaja. Ya no está actuando como juez, sino como abogado, en este caso como defensor en el famoso de Julián Assange, refugiado como todo el mundo sabe en la embajada ecuatoriana de Londres y perseguido por la justicia inglesa y la sueca.
            Que yo sepa, es su primera actuación pública como letrado y la verdad es que, si como juez es un veterano que se las sabe todas, como abogado no deja de ser un novato y se le ha notado. Su improvisada rueda de prensa, en medio de la calle, bajo la lluvia y con aspecto algo desaliñado (el peso de su cartera parecía querer arrancarle la chaqueta), no era la apariencia ideal de un abogado tranquilo y seguro de sí mismo, que pareciera controlar la situación. En realidad, solo vino a decir que el cliente le había encargado que hiciera todo lo que pudiera y se le ocurriera para tratar de sacarlo de embrollo en el que se encuentra. Pero Garzón sabe perfectamente que no existe ningún procedimiento legal eficaz ni seguro y mucho menos rápido para conseguir que las autoridades británicas le den a Assanje un salvoconducto que le permita escapar de la justicia. Es más, es que ni siquiera se lo pueden dar, porque para los tribunales ingleses es un fugitivo y eso es algo muy serio en la Pérfida Albión.
            Así que ahora va a experimentar el Sr. Garzón lo que es ser abogado de un caso difícil, en el cual tiene que enfrentarse con un poder enorme y rígido, con las únicas armas de su escasa oratoria y los pocos remedios jurídicos que puede en realidad poner en marcha…
            Aunque si lo que pretende es notoriedad, eso sí que lo ha conseguido y ampliamente, pero que se olvide de que su cliente salga en mucho tiempo de la habitación diplomática en donde vive, a salvo que se ponga a emplear algo de lo que los jueces y pienso que él tienen muy poca idea, pero que sí es propio de un buen abogado. Se llama negociación y es el único camino real que hay para sacar a este australiano del atolladero.
            De todas formas, si yo fuera Assange, en vez de a Garzón habría contratado a Albert Boadella, experto en disfraces, que ya se escapó de la cárcel con estas habilidades. Le podría asesorar para tomar la mejor medida de todas, es decir, escabullirse de la embajada y de la policía inglesa con aspecto de modelo de alta costura o de traje típico quechua…Digo…