domingo, 15 de diciembre de 2013

¿QUO VADIS, CATALUÑA?






           Pues la fiesta de los nacionalistas catalanes sigue adelante. Ahora ya tienen pregunta y fecha de la consulta y están todos felizotes por ello.

           Ellos saben perfectamente que la consulta no se va a celebrar, al menos de forma legal, como dicen todos que quieren que sea. Todos menos Esquerra Republicana, que va a por todas y dice que se hará sí o sí. Chulería no les falta, no. Y mientras tanto siguen todos chupando del sistema. Porque lo más curioso de todo esto, de esta rebelión independentistas, es que está inventada, orquestada y alimentada desde el poder legítimo que les da formar parte de una autonomía española, o sea de ser cargos públicos del la estructura política del estado español.

           Y esto es lo que más llama la atención y produce más asombro y malestar. Porque se supone que Artur Mas, el máximo responsable de todo este desatino, que juró en su día la Constitución y tiene la obligación de cumplirla y defenderla, no puede o no debe combatirla desde su cargo oficial.

           Con el cinismo y ambigüedad que caracteriza a nuestros nacionalistas españoles, estos señores se permiten infringir la ley desde puestos que les obligan precisamente a cumplirla y hacerla cumplir. Es que para eso les pagan. Es que el Presidente de la Generalitat es el Presidente de todos los catalanes, no sólo de los secesionistas. Si no tuviera la cara de cemento de alta densidad, lo que debería de hacer es dimitir y dedicarse a reclamar la independencia de Cataluña o lo que quiera defender, desde su propio partido. Pero utilizar las estructuras del Estado para tratar de destruirlo o de hacerle daño desde dentro y para tratar de engañar y perjudicar a los ciudadanos, sobre todo a los que quieren continuar siendo españoles, es una auténtica desfachatez.

           Como es sabido, el principal ingrediente de este nacionalismo paleto y corto de miras es el victimismo. El otro es, cómo no, el idioma. Fuera de eso, queda poco, la sardana o la butifarra con monchetas, características que no sólo tienen los catalanes, sino todas las regiones de España.

           Por lo demás y ya lo verán Uds., con nuestros nacionalistas hay poco que negociar. Si se accediera a sus pretensiones, si hacen el referéndum y lo pierden, volverán a intentar repetirlo ad infinitum. Y si lo ganaran, tampoco se puede alterar la Constitución española porque ellos los digan.

           Si no se negocia, que es lo que va a pasar, ya dijo Junqueras, que los independentistas van a crecer, que es lo que él quiere y seguramente tiene razón.

           Y mientras tanto, Cataluña hecha unos zorros, con la mayor deuda pública de toda España y gobernada por unos golfos y unos idealistas irredentos.

           Y lo más chocante de todo este embrollo es que yo creo firmemente que ninguno de nuestros nacionalistas, ni los gallegos, ni los vascos, ni los catalanes, quieren en realidad independizarse de España. Lo que quieren son privilegios y por eso combatieron en el año 1714, por eso apoyaron al candidato austriaco Carlos y lo proclamaron Rey en Barcelona, Rey de toda España, claro, que al bueno del aspirante le tenían sin cuidado los fueros de los catalanes, porque lo que quería era gobernar en Madrid.

           Y se quejan los tíos, “Cataluña contra España”, de que el Rey Felipe V les diera en la cara con el decreto de Nueva Planta, que estableció la igualdad con todos los demás súbditos de su reino. Pues parece que aún los trato bastante bien, después de que perdieron una guerra. Imaginemos que hubiera hecho Fernando VII pongo por caso.


           En fin, las cuestión catalana, me refiero al movimiento independentista no tiene más que una solución. Se llama tiempo y nuevas generaciones. Con los nacionalismos como con las religiones no hay más que una solución. Tratar de que se vaya imponiendo la razón frente al visceralismo y eso lleva tiempo, por lo menos una o dos generaciones, a las que habrá que convencerles de que lo mejor para los países, para todos los del mundo, es la unidad, la solidaridad y el no crearse enemigos inventados y artificiales para justificar los problemas propios. Y hay tantas gentes en el mundo que recurren a estos fáciles y falsos  argumentos, que la labor es inmensa y lenta, pero es la única eficaz. Digo….



martes, 10 de diciembre de 2013

GIBRALTAR TERCERA PARTE (Y ÚLTIMA)

¿ Que pasa con Gibraltar, para que se hayan desatado las hostialidades, como diría el castizo?.
           Se puede afirmar que el gobierno de Rajoy quiere arrojar una columna de humo denso sobre sus actuales problemas como partido y a nivel de muchos de sus miembros, leáse caso Gurtel y caso Bárcenas y el tema de Gibraltar le viene como anillo al dedo. Yo no lo creo, sinceramente, porque hay varios problemas que, aunque sempiternos, se han agravado recientemente.
           El primero, como es sabido, es el de la pesca artesanal en aguas territoriales españolas, que los gibraltareños y sobre todo el Reino Unido defiende como propias.
           El segundo y bien importante, es el del fraude fiscal de ciudadanos tanto llanitos como españoles, que aprovechan  las especiales circunstancias de Gibraltar para eludir a la Hacienda española.
           El tercero, es el asunto del contrabando y el de los buques que repostan en el mar (el bunkering).
           Ya hemos dicho y razonado la postura española y la inglesa respecto a las aguas territoriales. Naturalmente que a los británicos le viene muy bien agarrarse a las famosas 3 millas, porque por tierra ya no tiene sitio para medrar, pero ellos tienen lo que tienen y lo que han adquirido legalmente por el tan manido tratado. Y los tratados, como las leyes, no caducan ni prescriben, ni caen en desuso. Solo pueden ser revocados por procedimientos legales. Por lo tanto, con arreglo al tratado, el Reino Unido es titular de las aguas del puerto de Gibraltar y punto.
           Sin embargo, impiden faenar a nuestros pescadores. Curiosamente y que se sepa, lo llanitos no pescan. Se dedican a otras actividades mucho más rentables de las que luego hablaremos.
           Así que también son ganas de joder y de crear problemas, porque, independientemente de los derechos de ambas naciones sobre las aguas en cuestión. ¿En qué les perjudica a ellos unos cuantos kilos de arenque diarios, pongo por caso?.
           No contentos con acosar a nuestros pescadores, ahora ha decidido cortar por lo sano y llenar la bahía de bloques de hormigón con unos hierros adecuados para que las redes de los pescadores se enreden y se rompan. ¡que ingeniosos¡.
           Las autoridades españolas han respondido, como de costumbre, a base de apretar un poco la tuerca del control de los vehículos que pasan la verja.
           España podría llegar incluso al cierre del paso, como ya ocurrió en el pasado y esto estaría en consonancia con las claras disposiciones del manido tratado de Utrecht, pero basta que la policía realice un control más estricto, como puede hacer perfectamente, porque no existe libre circulación de personas ni mercancías entre la roca y nuestro país, para que las colas sean kilométricas. Y tampoco son los tiempos de Franco, pues ahora formamos parte de la Unión Europea, como el Reino Unido.
           Otra cuestión importante es la del fraude fiscal de los llanitos con respecto a España. Que Gibraltar es un paraíso en este sentido, donde los capitales de cualquier origen se refugian y permanecen inmunes en sus bancos a cualquier clase de investigación, es sabido. También que muchos Gibraltareños viven o tienen sus propiedades en España a través sociedades mercantiles con domicilio fiscal en la colonia. Se puede decir que este asunto viene de lejos y es cierto, pero parece que en estos momentos se junta el hambre con las ganas de comer, es decir que la evasión de capitales españoles hacia Gibraltar ha aumentado de forma espectacular y que las necesidades recaudatorias de la hacienda española van por la misma línea.
           Respecto al contrabando, qué decir, la colonia siempre ha sido y sigue siendo un vivero de gentes que viven del contrabando de cualquier  clase de productos, particularmente del tabaco. Pero no sólo son los llanitos los que se benefician del ilícito comercio, sino también muchos españoles del otro lado de la verja. No olvidemos que, en el caso del tabaco, su tráfico no es delito en España sino a partir de los 6.000 euros, con lo cual la represión resulta particulamente difícil, dado que los profesionales del tema ya se preocupan de resultar insolventes para no pagar las multas. Y ahora no existe arresto sustitutorio, como en tiempos de Franco.
           Por último, queda el asunto de los buques que repostan en el mar (el bunkering), infringiendo la normativa  anticontaminación, recientemente aprobada por el gobierno español. A los ingleses y los llanitos les puede dar la risa con este asunto, porque a ver como España puede sancionar esta práctica, cuando ellos afirman que lo hacen en aguas propias. Para acabar de fastidiarla, resulta que el ministro de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, Miguel Arias Cañete es o era (no sé si ha dimitido del cargo), el presidente de una de esas empresas que compraba a las gasolineras flotantes hasta diciembre de 2011, concretamente Petrolífera Ducar, con sede en Ceuta. Los ecologistas y el PSOE han denunciado en numerosas ocasiones el conflicto de intereses del ministro.
           En fin, el cóktel está servido. Gibraltar continua haciendo rellenos para ampliar su puerto, su ministro principal, Fabián Picardo, suelta la bravata en la BBC de que “el infierno se congelaría antes de que el gobierno gibraltareño remueva alguno de esos bloques”. Los pescadores siguen sin pescar y las colas de coches aumentan.
           Me parece a mí que sólo la negociación y en su caso un arbitraje internacional equilibrado podría acabar con el problema
            Mi consejo es que, si se les ocurre ir a visitar Gibraltar, pasen a pie, porque lo del retraso de los coches no es de ahora y sólo se ha agravado.
           Y por último, permítanme una anécdota de la que fui testigo presencial hace bastantes años, en una de mis visitas al peñón del Gibraltar, sus galerías (parece un queso de gruyere) y sus poco simpáticos monos babuinos.
           Estaban con la ceremonia de recogida de la bandera y había dos colgadas de sus respectivos mástiles. Salió la guardia inglesa y llevó a cabo una vistosa aunque breve ceremonia militar, como es costumbre en ellos. Su bandera fue recogida y plegada con todo el cuidado y siguiendo estrictas reglas de protocolo. Cuando terminaron de recoger la bandera del Reino Unido, una especie de ordenanza salió del edificio oficial (no sé si era el ayuntamiento o una especie de sede gubernamental de Inglaterra), descolgó la bandera de Gibraltar de cualquier manera y se la llevó sin más parafernalia. Cuando le pregunté a una señora que había a mi lado, por la diferencia de trato entre las banderas, me contestó: “es que la bandera inglesa vale mucho”

           Yo creo que las cosas no han cambiado prácticamente nada y la que sigue mandando de verdad es la Pérfida Albión. Por eso lo de Gibraltar lo tenemos crudo. 

jueves, 28 de noviembre de 2013

GIBRALTAR SEGUNDA PARTE



Después de comentar brevemente, con algunas pinceladas de la historia europea del siglo XVIII, la etiología del problema de esta colonia británica en suelo español, cabe adentrarnos en la breve explicación de la situación legal del Peñón. De hasta donde tiene razón España o la tiene el Reino Unido, en los conflictos más recientes y en los últimos acontecimientos que ha provocado la crisis actual entre los dos gobiernos.

           En primer lugar, es cierto que el tratado de paz de Utrecht, en su artículo X, fija con precisión el objeto y condiciones de la cesión del Peñón:

"El Rey Católico, por sí y por sus herederos y sucesores, cede por este Tratado a la Corona de la Gran Bretaña la plena y entera propiedad de la ciudad y castillos de Gibraltar, juntamente con su puerto, defensas y fortalezas que le pertenecen, dando la dicha propiedad absolutamente para que la tenga y goce con entero derecho y para siempre, sin excepción ni impedimento alguno. Pero, para evitar cualquiera abusos y fraudes en la introducción de las mercaderías, quiere el Rey Católico, y supone que así se ha de entender, que la dicha propiedad se ceda a la Gran Bretaña sin jurisdicción alguna territorial y sin comunicación alguna abierta con el país circunvecino por parte de tierra.

           También prohíbe la norma, entre otras cosas, que puedan vivir judíos o moros ni tener su domicilio en la roca.

           El punto más importante y es en el que se basa España sobre todo para pedir la reversión de la colonia, es el que dice que, en caso de que a la Corona de la Gran Bretaña le pareciere conveniente dar, vender, enajenar de cualquier modo la propiedad de la dicha Ciudad de Gibraltar, se ha convenido y concordado por este Tratado que se dará a la Corona de España la primera acción antes que a otros para redimirla."
           España alega que dar autonomía o autogobierno al Peñón es una forma de enajenación o cesión, pero el argumento no es muy consistente, pues más bien parece que la letra del tratado se refiere a la posibilidad de que el Inglaterra vendiera el Peñón a cualquiera que lo comprase y en ese caso España tendría un derecho de preferencia o tanteo.

           Así pues, parece innegable el derecho del Reino Unido para mantener el dominio de ese pequeño trozo de tierra, aunque realmente en aquellos tiempos, y tampoco hoy se puede decir que la cosa haya cambiado demasiado, en derecho internacional importa más la razón de la fuerza que la fuerza de la razón. Es decir, en aquella época, lo que se imponía de forma descarada era la fuerza de las armas. Y así España, a pesar del tan repetido tratado y de las claridad de sus disposiciones, lo incumplió reiteradamente, intentando tomar la fortaleza en cuestión por las armas en varias ocasiones y con diferentes sitios, algunos especialmente crueles, aunque siempre los ingleses supieron defender la fortaleza.

           Los más notorios fueron en 1727, en que España lo intentó una vez más, usando el argumento que Gran Bretaña había violado el acuerdo al extender las fortificaciones mas allá de lo permitido, al haber permitido a judíos y moros de vivir allí, de no proteger debidamente a los católicos y de perjudicar los intereses económicos españoles al permitir el contrabando. En realidad todos ciertos en más o menos, pero también formando parte de las diversas guerras que se fueron sucediendo entre las mismas naciones europeas.

           En junio de 1779 España empezó el decimocuarto y más largo asedio a Gibraltar en toda su historia, que duró nada menos que tres años y medio. El 17 de diciembre de 1783 la guerra entre España y Gran Bretaña finalizó. Los británicos le cedieron Florida y Menorca a España, pero se quedaron con Gibraltar que nunca más fue atacado por tierra o mar por España. 

           Estos serían los principales incumplimientos españoles del famoso Tratado de Paz de Utrecht. Vamos ahora con los de los ingleses que, por supuesto, no se quedaron atrás…y siguen en ello.

           En primer lugar, el tratado delimita perfectamente lo que se cede, que es la fortaleza, con sus instalaciones militares y el puerto. No se habla por supuesto de las aguas territoriales que ahora reclaman como suyas.  Por otra parte, no se prevee comunicación alguna por tierra, salvo para el mínimo aprovisonamiento de la plobación, la tropa o las naves.

           Pues bien, desde principios del siglo XVIII hasta el presente, la Gran Bretaña no ha cesado de ocupar tierra que no le pertenece en virtud del tratado. Y estos en varias ocasiones a través de la historia.

            Por ejemplo, uno de los episodios más notables de esta ocupación ladina y progresiva por parte de Inglaterra es la toma de la llamada “Zona Neutral”, de posesión española, que pese a no haber sido pactada, fue respetada de hecho por ambos bandos.

           Como consecuencia de las pestes en los años 1815 y 1854, las autoridades inglesas solicitaron de las españolas, que les dejaran sacar fuera de la muralla a los enfermos, para su mejor tratamiento y aislamiento de la epidemia. Nuestra nación contrincante en este asunto, nunca se retiró de esos terrenos. Y es más, aprovechando que el Ebro pasa por Zaragoza, o sea, la guerra civil española, se instaló allí en 1938 el aeropuerto internacional, que aun existe.

           Pues en 1908 el ejército británico había plantado su valla o verja, en un descarado deslinde unilateral, nunca reconocido por España, que siempre ha mantenido y mantiene que Gibraltar se termina en la muralla del fuerte.

           Hasta aquí han llegado los ingleses por tierra y ahora que ya les resulta imposible crecer por ahí, pues pasan a engordar la colonia por el mar que les rodea.

           Resulta clarísimo que, con el tratado en la mano, las aguas de Gibaltrar terminan en su puerto. Pues bien, ellos reclaman, ocupan y defienden 3 millas marinas y podrían llegar a las 12, porqué no? (serían suyas todas las aguas de la bahía de Algeciras, vaya gracia), pues pretenden aplicar la Convención de Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, ratificada por España en 1984, aunque ya hizo constar entonces la excepción de Gibraltar.


SEGUIRÁ

martes, 22 de octubre de 2013

GIBRALTAR PRIMERA PARTE


           Esta es una larga historia, como el monstruo del Lago Ness, que aparece y desaparece periódicamente, a veces como recurso periodístico en época vacua de noticias o para compensar y desviar la atención de otros problemas.

           Desde el punto de vista legal, el asunto está bastante claro. (Inglaterra la pérfida Albión) se hizo con el peñón y también con la isla de Menorca, extremo menos conocido, como consecuencia del tratado de paz de Utrecht, firmado en 1713, que fue uno de los que pusieron fin a la guerra de sucesión de la Corona de España.

           Francia y su entonces rey Luis XIV, apoyaban a su nieto el Duque de Anjou. E Inglaterra al austriaco archiduque Carlos, es decir, las dos dinastías, los Borbones, por un lado y los Austrias por otro, que han venido reinando en la piel de toro desde hace siglos y aun lo hace la de los borbones.

           De esta lucha fraticida, también entre españoles, que combatieron por dos aspirantes a la corona de España que no lo eran, salió triunfador Felipe V, pero no sin pagar su precio ante la que era la potencia militar del momento, es decir, Inglaterra, aliada con Holanda, que también lo era en el mar.

           La idea política tanto de Inglaterra como de Francia, los países más potentes militarmente en ese momento, era conseguir que, como consecuencia de la complicada sucesión al trono español, no se produjera un desequilibrio evidente porque se pudieran juntar Francia y España bajo un mismo Rey (Felipe V era nieto de Luis XIV y heredero del trono francés por tanto y el Archiduque Carlos de pasar a reinar en España dominaría también todos los territorios europeos provenientes del Sacro Imperio Romano.

           En fin, como consecuencia de esta guerra y de sus tratados de paz, Inglaterra consiguió numerosas ventajas tanto territoriales como de tipo comercial, entre otras, como se ha dicho, las cesiones en pleno dominio del peñón de Gibraltar y la isla de Menorca.

           Hay que ponerse en la época, principios del siglo XVIII, para tratar de comprender el desarrollo de los acontecimientos. Las tres potencias europeas, que es tanto como decir mundiales en aquellos tiempos, Inglaterra, sobre todo por su poderío naval, La Francia del rey de reyes, Luis XIV (el Rey sol, “el estado soy yo”) y una España, que comenzaba su declive, pero con la mayor extensión territorial de todos ellos bajo su dominio.

           Así, los ingleses apoyaban para la corona española al archiduque Carlos y los franceses al Duque de Anjou, que más tarde sería el rey Felipe V.

           Las flotas inglesas, aliadas con las holandesas, atacaban constantemente a los barcos españoles, muchas veces ayudados y protegidos por los franceses, como ocurrió por ejemplo en la famosa batalla de Rande en Vigo, en el año 1702.

           Dentro de estos acontecimientos, está el apoyo de la corona inglesa a la causa catalana con el establecimiento del archiduque Carlos en Barcelona, que fue proclamado como Rey de España en 1705, bajo el nombre de Carlos III y de lo que hay mucho que hablar, sobre todo ahora que ya pasó el 11 de septiembre, multitudinario y soberanista.

           Pero volviendo a la paz de Utrecht, los pactos entre Francia e Inglaterra acabaron dando su resultado. Como consecuencia de los tratados de paz, entre otras muchas cosas importantes, la Pérfida Albión, mucho más tramposa que nunca, dejó en la estacada a los catalanes, que se tuvieron que defender solos del ejercito realista de Felipe V y se quedaron sin los fueros y privilegios por los que luchaban.

           También cabe decir que los tratados de paz que dieron fin a la guerra de sucesión española, cambiaron profundamente el mapa político de la europa de entonces y afectaron también de forma importante al continente americano.

           Así Luis XIV, entre otros compromisos, tuvo que ceder a la corona inglesa (la reina Ana)  extensos territorios en la futura Canadá (Saint Kitts, Nueva Escocia, Terranova y territorios de la Bahía de Hudson).

           Holanda también consiguió su parte del botín (Furnes,Fort Knocke, Ypres, Menin, Tournai, Mons, Charleroi, Namur y Gante) y la supremacía comercial de la zona.

                    Como resulta evidente de toda esta historia, el gran beneficiario de este conjunto de tratados fue Gran Bretaña que, además de sus ganancias territoriales, obtuvo cuantiosas ventajas económicas que le permitieron romper el monopolio comercial de España con sus colonias.  
                
           Para la Monarquía de España la paz de Utrecht supuso, como han señalado muchos historiadores, la conclusión política de la hegemonía que había detentado en Europa desde principios del siglo XVI. Prácticamente, el monarca Felipe V solo obtuvo dos concesiones de la Gran Bretaña, su reconocimiento como rey de España, aunque con la prohibición de acceder ni él ni sus sucesores a la corona de Francia y que Inglaterra dejara de apoyar a los catalanes en su guerra contra las tropas borbónicas.

           Del tratado de Utrecht de 1713 entre el reino de España y el de Inglaterra, arranca el problema de Gibraltar, que se arrastra desde entonces.

           En las condiciones de dicho pacto internacional, España cede el dominio a perpetuidad del peñón de Gibraltar y la isla de Menorca.

           Ambos territorios, de clara importancia estratégica para el control marítimo del Mediterráneo, ya habían sido invadidos y estaban en poder de los ingleses con anterioridad al tratado. Concretamente, Gibraltar fue invadida en el año 1704 y Menorca en el 1708. Así que la cuestión era sencilla para la corona inglesa, que se mantenía a la hora de negociar en una posición de fuerza, la mejor para obtener condiciones ventajosas, como ocurrió efectivamente…


           SEGUIRÁ…

miércoles, 31 de julio de 2013

LA TRAGEDIA DE SANTIAGO

           Cuando vamos en un AVE de los muchos que ya circulan por España, somos conscientes de que estamos desplazándonos a una velocidad de 300 Kilómetros por hora y también que lo hacemos en el vehículo más seguro a esta velocidad que existe hoy en día (tren magnético aparte, que alcanza fácilmente los 500 Kilómetros).


           El que esto escribe lleva años diciendo que el problema no es la velocidad y que precisamente el día que los automóviles circulen a 500 o 1.000 Km por hora ya no habrá accidentes o serán contados. Y ello porque, entonces, habrá desaparecido la pieza que falla en estas máquinas. Es decir, el conductor. Un tren o cualquier vehículo que circule a esas velocidades, ya no puede depender de la falibilidad del ser humano. Tendrá que ser una máquina que lo gobierne y la máquina tiene que preveer, en su programa informático cualquier incidencia que pueda provocar una catástrofe. Y así es, en efecto. El tren de alta velocidad (AVE) español, se inauguró en el año 1992, para la Expo mundial de Sevilla. Han pasado muchos años, veintiuno concretamente, y el tren sigue funcionando a la perfección, sin haber tenido un solo percance grave y guardando puntualmente sus horarios.


           Y toda este acierto increíble hace unos años, se debe sobre todo y por encima de todo a la tecnología que rodea el tren más rápido del país. Si no estoy mal informado, el AVE está dotado, entre otros muchos sistemas de seguridad, de un radar que detecta cualquier objeto en la vía a 5 kilómetros de distancia y que lo hace frenar en caso de peligro. Por supuesto, también frena él solo si el conductor desobedece las señales de velocidad de la via.


           Viene todo esto a cuento, como Ud. ya supondrá, querido lector, por el caso del terrible accidente del ALVIA en Santiago, que todos hemos podido ver a la perfección en el vídeo de las cámaras de seguridad de RENFE.


           Qué es lo que ha fallado en este increíble siniestro?. Todo el mundo le echa la culpa al conductor, en el habitual proceso de linchamiento mediático a que somos muy dados en esta país. Efectivamente, el tren entró a una velocidad completamente excesiva e inadecuada en una curva y era quien manejaba la máquina el que debería de haber levantado el pié mucho antes de llegar a la curva fatídica. Pero no es menos cierto que el accidente se produce porque el tramo en el que descarriló el tren era “de los antiguos”, es decir, de los que no tienen las balizas que hacen parar al convoy si detectan exceso de velocidad para el tramo. La realidad es tan triste como brutal. Si ese tramo de entrada a la estación de Santiago tuviera las medidas de seguridad del AVE, el siniestro no habría ocurrido.


           Pero es que ya resulta increíble a estas alturas que un tren que circula tranquilamente a más de 200 kilómetros por hora pueda depender solamente de la mano humana.


           La posible responsabilidad del conductor del tren y su gradación, ya se decidirá en el proceso penal. Pero y si hubiera sufrido un desmayo o un infarto?. Da igual los muertos y heridos que hubiera habido, que no podría ser castigado.


           Centrarnos ahora en penar con toda dureza a un empleado de RENFE no va a dejar tranquilo a nadie.


           El fallo de fondo en realidad es que no podemos circular con máquinas tan poderosas y tan rápidas que dependan del control de una sola persona. Porque esto que ha pasado, este terrible y doloroso accidente que, en unos treinta segundos ha segado un montón de vidas humanas y puede tener incluso consecuencia económicas muy negativas para nuestras inversiones de trenes de alta velocidad en el mundo (como es sabido somos punteros en esta materia), puede volver a repetirse.


           Urge pues adoptar medidas para que esto no vuelva a pasar y que los trenes frenen sólos cuando tengan que frenar, de manera que todos podamos estar verdaderamente tranquilos, sin pensar en que dependemos de un fallo humano.

           El tren, que se había quedado obsoleto y anticuado, ha vuelto a recuperar su protagonismo sobre distancias cortas y medias y la mejor prueba de su eficacia como medio de transporte son los muchos años de servicio del AVE en España, sin un solo problema.

           El accidente siempre acecha y no digamos el fallo humano, pero la mejor forma de evitarlo es precisamente procurando que cada vez intervenga menos la mano de un conductor o que el mismo vehículo le impida el fallo. Toda esa tecnología ya existe, sólo hay que aplicarla por todas partes lo antes posible. Si ya se hubiera hecho, nos habríamos ahorrado mucho dolor y lágrimas.


domingo, 19 de mayo de 2013

NOVEDADES HIPOTECARIAS


         La sentencia del Tribunal de Justicia de Luxemburgo, de 14 de marzo del 2013, de la que hablamos ahí atrás, relativa a las ejecuciones de hipoteca en España, más la presión social y otras circunstancias bien conocidas, han llevado al partido popular a la aprobación de una disposición, que modifica sensiblemente esta clase de juicios y que establece, además de confirmar las medidas de suspensión de lanzamientos de vivienda en determinados casos de extrema necesidad económica y otras medidas sociales, interesantes modificaciones en este importante campo de las hipotecas bancarias.


         Así, una de las principales es la posibilidad de plantear oposición a la ejecución para el caso de que la escritura de hipoteca contenga claúsulas de las llamadas abusivas, por la legislación de consumo, que son nulas, o sea, inaplicables y sin efectos. La Ley 1/13 de 14 de mayo, establece además, un procedimiento especial para poder formular oposición a procedimientos en marcha, que en los que no se haya procedió ya al lanzamiento y fija un plazo perentorio de un mes desde su entrada en vigor, es decir, hasta el 16 de junio del 2013.


         En cuanto a las clausulas nulas, las más corrientes son las llamadas “suelo”, que fijan un tope de intereses mínimos, lo que convierte el préstamo de variable a fijo, según la sentencia dictada recientemente por el Tribunal Supremo, los intereses abusivos, que ahora quedan fijados en tres veces el interés legal, o el llamado anatocismo, es decir, la capitalización de intereses o sumarlos al capital principal, para calcular los nuevos intereses.


         Otras novedades son la prohibición de que la deuda hipotecaria se pueda ejecutar antes de tres vencimientos o que el Juzgado pueda  rechazar de oficio las clausulas abusivas.


         Decir que todas estas protecciones legales se refieren a prestamos a consumidores, pero queda mucho camino por andar en la práctica judicial para determinar por ejemplo tal concepto y los préstamos sometidos, y sobre todo las consecuencias jurídicas concretas de la existencia de clausulas nulas, que se dejan en realidad a criterio de los tribunales. Esperemos que cunda la razón y la ley se interprete por éstos en el sentido más favorable al ciudadano. Esperemos.

martes, 23 de abril de 2013

LA PRINCESA IMPUTADA


             No hay día que no nos desayunemos con la palabreja. A todas horas y en todos los medios de comunicación aparece este poco afortunado término forense. Hay palabras que, dado su mal gusto y lo feo que suenan, habría que dejar de usarlas o al menos restringir su uso.


         En las numerosas tertulias que nos asolan y tratan de iluminarnos, surgen opinantes y disertadores que alimentan la polémica desde todos los ángulos posibles. Que si la imputación es en realidad una protección jurídica para la persona, porque va a declarar asistido de abogado. Que si habría que determinar si un político debe de dimitir desde el mismo momento en que un juez lo llama a declarar en tal concepto. Que si la imputación es en realidad el comienzo el camino que termina sentando al interesado en el banquillo de los acusados…


         Pero lo que nadie se plantea, o al menos personalmente nunca he escuchado alguna opinión en tal sentido, es que el calificativo resulta bien desagradable. Y más cuando hay que aplicárselo nada menos que a una infanta de la casa Real, o sea, la hija de un rey de España.


         Antes de inventarse el llamado Procedimiento abreviado, existía el denominado procedimiento de urgencia y entonces, y antes el sumario, que todavía lo hay. En el primero, a los que caían en las ruedas de la maquinaria judicial, se les llamaba encartados y a los que cometían delitos más graves, procesados. Eran nombres mucho más adecuados y mejor sonantes al oído.


         En realidad, el procedimiento abreviado es como una máquina apisonadora, porque una vez que se pone en marcha y existe acusación, ya es difícil de parar, porque prácticamente no cabe recurso alguno para evitar sentarse en el banquillo, que en muchos casos ya constituye de por sí una pena anticipada, incluso aunque se vea la flojedad de la acusación.


         El procedimiento penal antiguo de nuestra Ley, era mucho más garantista en tal sentido, pues exigía del trámite del procesamiento, en el cual el juez ya fijaba prácticamente los cargos y el auto correspondiente y razonado era susceptible de recurso de reforma y de apelación, con lo cual a veces ya no se celebraba el juicio, siempre doloroso y humillante para cualquier persona, sobre todo si la inocencia era clara.


         Parece que en la nueva Ley de enjuiciamiento criminal que se prepara las cosas van a cambiar bastante y desaparece el absurdo término de imputado. Será el sospechoso o el acusado, términos menos vejatorios, respecto al que porta la palabra que define la profesión más antigua del mundo y con el ahora se llenan la boca los periodistas, con más deleite o satisfacción según de quien se trate al que llaman a declarar ante juez en tal calidad y sus simpatías o aversiones hacia el mismo.


         En el caso de la infanta, dada su condición de personaje real, el juez ha realizado un importante esfuerzo y ha confeccionado un verdadero auto de procesamiento reseñando todos los indicios que se le han ocurrido, acerca de su posible participación en el caso NOS, pero en la casi totalidad de los procesos penales, se trata de una simple resolución sin motivación alguna.


         Pero en fín, en tanto no se resuelva el recurso planteado o cambie la ley, una hija del rey, por primera vez en la historia de la monarquía española, va a ser llamada delante de un juez para declarar como imputada y tiene que cargar con el desagradable término. Esto es una real putada. Vaya que sí.