Y uno se pregunta, porque preguntarse a sí mismo es bueno y necesario y
además bastante cómodo, porque siempre se recibe una respuesta, aunque haya
muchos que no son capaces de convencerse ni a ellos mismos.
Así que la cuestión
consiste en tener una amiga escandinava a la que, de buena voluntad, se le
quiere enseñar el bello lugar que se llama Galicia. ¿Por dónde empezar? ¿Qué
visitas proponerle? ¿Qué lugares? ¿Qué rutas?
La
cuestión no es baladí, o sea que tiene su cosa, sobre todo si quieres quedar bien y tratar
de mostrarle a la visitante un panorama de la realidad orográfica, histórica,
monumental y social e incluso política del complejo país gallego.
La
dificultad mayor viene de que dispones de muy poco tiempo, de una semana a diez
días y la invitada es persona bien cultivada intelectualmente y viajada por
todos los confines del globo. Bueno, átame esa mosca por el rabo.¿Qué se le
puede enseñar? Y ¿qué se le puede explicar?.
Bueno,
yo empezaría por el centro histórico y cultural del país de las rías, es decir,
por Santiago de Compostela. Como el asunto no es de falta de medios, ni mucho
menos, la llevaría al Hostal de los Reyes Católicos y no es que en Santiago no
existan hoteles más cómodos, pero tan carismáticos como este, antiguo hospital
de peregrinos, pues no hay, la verdad.
Pero
luego viene la parte difícil. Porque cómo se le explica a una noruega, todo
raciocinio y civilidad, todo lógica cartesiana, a qué obedece el nacimiento de
esta ciudad. A ver cómo le cuento, sin que se ría a carcajadas, que a Santiago
lo trajeron desde la antigua Judea, ahora Palestina o Israel o como le queramos
llamar, ya cadáver, porque había sido torturado y muerto y le cortaron la
cabeza. Y lo trajeron sus discípulos en una barca desde allí hasta aquí.
Me
mirará con sus preciosos ojos azules, sin malicia alguna, pero con toda la
ironía del mundo y seguro que me pregunta cómo es posible que tanta gente se
pueda creer un cuento tan burdo.
Bueno,
yo le explicaré o trataré de hacerlo que son tradiciones, costumbres, inercias
históricas y yo que sé, cualquier otro cuento que se me ocurra y trataré desde
luego de cambiar de tema.
Claro
que le enseñaré todo lo grandioso y bonito en que se ha convertido esta
leyenda. Y le mostraré una ciudad de piedra, antigua, potente y que late con
los peregrinos y los turistas que acuden a veces simplemente porque hacer el
camino de Santiago está de moda, aunque no se crea ni en Dios.
Pero
Galicia da tanto de si… A donde la llevo ahora, una vez que se ha impregnado
del sentido místico de la cristiandad medieval. Pues para mí está claro. Si
hace buen tiempo, hacia el Norte, a comer percebes en algún buen restaurante de
los Cantones de Coruña. Y si hace malo, hacia nuestro entrañable sur, empezando
una visita a las Rias Bajas, Villagarcía, El Grove, La Toja, Sanjenjo,
Pontevedra, Vigo, Bayona… Como es una vikinga, le mostraré Catoira,
explicándole cómo allí se hace una fiesta que conmemora las incursiones de sus
antepasados, cargados de cuernos de verdad y que venían a visitarnos con las mejores
intenciones, o sea, matar, violar, robar, ect, ect….
Si
la cosa empieza por el Norte, pues además de enseñarle nuestra ciudad de la
torre de Hércules, habrá que ir a Lugo, por lo de sus murallas. La llevaré
luego a Orense, a su centro histórico y para que vea el fenómeno de su fuente
de aguas calientes… probablemente me acercaré hasta Allariz, tan arregladita
ella, con su museo del curtido. Y luego se puede bajar por la general, haciendo
parada en Ribadavia, para visitar su barrio judío.
Parada
obligada en el Castillo de Sobroso, esa fortaleza medieval tan bien conservada
hoy día y luego, cómo no, a nuestro Mondariz Balneario, pueblo extraño por lo
diminuto y por las grandezas que tuvo gracias al visionario de Peinador y las
buenas instalaciones que tiene hoy en día, que da gusto enseñar todo eso.
En
Mondariz le mostraré el trozo de calzada y el puente accesible que hicieron los
romanos hace tantos siglos.
Obligada
visita también al castillo de Sotomayor, el de Pedro Madruga, Conde de Camiña,
tan bien conservado asimismo y con sus preciosos jardines…
En
fin, quedarán tantas cosas, el Monasterio de Osera, la Ribeira Sacra, con el de
Ribas de Sil, el Pazo de Oca, el parador de Bayona, donde habrá que hospedarla
asimismo. Habrá que llevarla a comer la langosta de La Guardia, para mí única
en el mundo…
Y
para rematar, cómo no, una visita al Norte de Portugal, primos hermanos
nuestros y gemelos en tantas cosas. La fortaleza de Valenca de Minho, el centro
histórico de Camiña, la Boega, donde aquél histriónico Amorim le daba la
campanilla a las mujeres más guapas, para iniciar la cena en el restaurante…Ponte
da Barca, Ponte da Lima, la población más antigua de Portugal, según reza el
cartel de la autopista… Y si da tiempo, pues una visita a Braga y otra a Oporto,
que ambas ciudades merecen la pena.
En
fin, ya sé que se me han quedado muchas cosas y lugares en el tintero, pero
creo que la vikinga se irá contenta a sus nórdicos lares y contando cosas
buenas de nuestra Galicia. Para una semana o diez días, creo que este plan no
estará mal.