viernes, 15 de abril de 2011

EMPUJAR A ESPAÑA

Seguramente yanquilandia, como yo le llamo, debe de ser la nación más admirada y más denostada de todas las del mundo mundial.

Hasta la gente que critica su modelo capitalista, si los miras un poco, resultan que viven a la americana, a menudo sin darse ni cuenta de ello. Y también lo hacen sus hijos y los amigos de sus hijos, aunque seguramente estos se dan más cuenta de la cosa.

Naturalmente en Norteamérica, que es un país muy grande, hay de todo bueno y malo, por otra parte como en cualquier casa de vecino. Pero tiene cosas que nos deben de llamar la atención y hacernos reflexionar sobre los eventos que allí pasan.

Una de ellas puede ser la noticia de que una empresa multinacional como Macdonalds, haya decidido emplear a 50.000 personas en un solo día. Naturalmente, serán todos jóvenes. ¡Carallo que envidia¡ La cuestión puede conllevar incluso una operación propagandística, en la que las empresas americanas son especialistas. Pero el efecto sicológico que esto puede producir no es despreciable. La crisis financiera, que se ha convertido en crisis económica y que conlleva sobre todo la tragedia social de millones de parados, está necesitada de este tipo de cosas. Al fin al cabo, la economía funciona con un combustible bien sencillo aunque indispensable, que se llama confianza. Y este golpe de efecto de la empresa de las hamburguesas, empuja claramente en este sentido, por lo que tiene de indicio de una recuperación económica en Norteamérica, que ya quisiéramos para muchos de nuestro países europeos.

Uno piensa ingenuamente que podría haber algún empresario puntero como por ejemplo Amancio Ortega, al que se le ocurriera una cosa parecida. No digo yo cincuenta mil, que son muchos, pero por ejemplo 1.000 nuevos puestos de trabajo en un solo día, sería un gesto bonito y alentador en una empresa como Inditex, que sigue teniendo buenos beneficios a pesar de la crisis.
Ese tipo de cosas son las animan el mercado y no la telefónica que, a pesar de ganar dinero a espuertas, quiere ahora echar a miles de empleados. Si las empresas que van bien en este país dan ese ejemplo, apaga y vámonos.

Menos mal que aun nos quedan los chinos, lo rusos…y hasta los polacos. Les cuento que en un conocido hotel de Fuerteventura, en Costa Calma, me encontré con un gran espectáculo, todas guapas, elegantes, bailaores flamencos, alguna cantante de postín, veinte aspirantes preciosas…¿Y de qué se trataba?, Pues nada más ni nada menos que la elección de mis Polonia… En Canarias!!!. Manda truco. Pero que vengan todos a hacer turismo y a invertir, que además de unos cuantos millones de parados, también tenemos en España en este mismo momento casas, pisos, chalets y solares a precio de saldo y por cientos de miles. Anímense, chicos, y aprovechen que España está de rebaja y parece que aun no ha tocado fondo.

Y a ver si copiamos algo bueno de los yanquis como eso de los 50.000 puestos de trabajo en un día.

viernes, 8 de abril de 2011

JUANITA MAQUIEIRA IN MEMORIAN

Pues permítanme que hoy les hable de una pariente mía. No de una cualquiera, sino de alguien muy especial. Uno tiene la suerte de haber tenido tres madres, o sea dos, aparte de la propia. Y una de ellas, Juana Maquiera Albite, acaba de morir. Me pilla de viaje, bien lejos y aunque no puedo acudir a sus exequias, tengo el corazón triste.

Juana, Juanita para todo el mundo, era una mujer sencilla. Parte de una familia de Lérez, Pontevedra, donde la abuela, la Sra. Concepción, era bien conocida por su bondad y su recio carácter. También lo era su madre, la Señora Sara, que podía competir con Teresa de Calcuta en sus afanes de amor y ayuda a los demás.

De los siete hijos que tuvo con Severino Maquieira, otra especie de santo varón, que trabajó toda su vida en el Faro de Vigo, Juana era a mi gusto, la mejor con diferencia. Y estoy incluyendo a mi madre, Isolina, buena mujer, pero que no le llegaba a Juanita ni en cultura, ni en inteligencia, ni sobretodo en generosidad y entrega hacia los demás, ni a la altura del tobillo. Dentro de los hijos de Sara y Severino, había desde el más egoísta (Celso, que se marchó a Brasil a la tierra de las garotas y dejó abandonada a su mujer con siete hijos) hasta esta Juanita Maquieira, con la que todo el mundo se tenía que llevar bien a la fuerza, porque era el paradigma de la comprensión, la ayuda a los demás, la ternura e incluso la feminidad.

Juanita era mucha Juanita; casada con el marinense Manuel Sobral, otro santo varón, hasta cuando discutía con él lo hacía con cariño y sin saltarse las mínimas normas de respeto que deben de existir en la convivencia de un pareja.

Era la única de todos los hermanos que había estudiado y tenía una cultura de la que nunca hacía ostentación, pero que trascendía enseguida al hablar con ella. Estaba atenta a cualquier detalle de su entorno, pero sobre todo a cuidar de los que le rodeaban. En eso no perdía baza.

Si me lee la gente de Marín, sabrán que todo cuanto digo no es exageración, sino verdades constatables, porque la vida de esta mujer, de esta gran mujer, fue un paradigma de buen comportamiento humano. Seguro que quienes la conocieron y tuvieron la suerte de tratala, me darán la razón. Descanse en paz.