martes, 10 de diciembre de 2013

GIBRALTAR TERCERA PARTE (Y ÚLTIMA)

¿ Que pasa con Gibraltar, para que se hayan desatado las hostialidades, como diría el castizo?.
           Se puede afirmar que el gobierno de Rajoy quiere arrojar una columna de humo denso sobre sus actuales problemas como partido y a nivel de muchos de sus miembros, leáse caso Gurtel y caso Bárcenas y el tema de Gibraltar le viene como anillo al dedo. Yo no lo creo, sinceramente, porque hay varios problemas que, aunque sempiternos, se han agravado recientemente.
           El primero, como es sabido, es el de la pesca artesanal en aguas territoriales españolas, que los gibraltareños y sobre todo el Reino Unido defiende como propias.
           El segundo y bien importante, es el del fraude fiscal de ciudadanos tanto llanitos como españoles, que aprovechan  las especiales circunstancias de Gibraltar para eludir a la Hacienda española.
           El tercero, es el asunto del contrabando y el de los buques que repostan en el mar (el bunkering).
           Ya hemos dicho y razonado la postura española y la inglesa respecto a las aguas territoriales. Naturalmente que a los británicos le viene muy bien agarrarse a las famosas 3 millas, porque por tierra ya no tiene sitio para medrar, pero ellos tienen lo que tienen y lo que han adquirido legalmente por el tan manido tratado. Y los tratados, como las leyes, no caducan ni prescriben, ni caen en desuso. Solo pueden ser revocados por procedimientos legales. Por lo tanto, con arreglo al tratado, el Reino Unido es titular de las aguas del puerto de Gibraltar y punto.
           Sin embargo, impiden faenar a nuestros pescadores. Curiosamente y que se sepa, lo llanitos no pescan. Se dedican a otras actividades mucho más rentables de las que luego hablaremos.
           Así que también son ganas de joder y de crear problemas, porque, independientemente de los derechos de ambas naciones sobre las aguas en cuestión. ¿En qué les perjudica a ellos unos cuantos kilos de arenque diarios, pongo por caso?.
           No contentos con acosar a nuestros pescadores, ahora ha decidido cortar por lo sano y llenar la bahía de bloques de hormigón con unos hierros adecuados para que las redes de los pescadores se enreden y se rompan. ¡que ingeniosos¡.
           Las autoridades españolas han respondido, como de costumbre, a base de apretar un poco la tuerca del control de los vehículos que pasan la verja.
           España podría llegar incluso al cierre del paso, como ya ocurrió en el pasado y esto estaría en consonancia con las claras disposiciones del manido tratado de Utrecht, pero basta que la policía realice un control más estricto, como puede hacer perfectamente, porque no existe libre circulación de personas ni mercancías entre la roca y nuestro país, para que las colas sean kilométricas. Y tampoco son los tiempos de Franco, pues ahora formamos parte de la Unión Europea, como el Reino Unido.
           Otra cuestión importante es la del fraude fiscal de los llanitos con respecto a España. Que Gibraltar es un paraíso en este sentido, donde los capitales de cualquier origen se refugian y permanecen inmunes en sus bancos a cualquier clase de investigación, es sabido. También que muchos Gibraltareños viven o tienen sus propiedades en España a través sociedades mercantiles con domicilio fiscal en la colonia. Se puede decir que este asunto viene de lejos y es cierto, pero parece que en estos momentos se junta el hambre con las ganas de comer, es decir que la evasión de capitales españoles hacia Gibraltar ha aumentado de forma espectacular y que las necesidades recaudatorias de la hacienda española van por la misma línea.
           Respecto al contrabando, qué decir, la colonia siempre ha sido y sigue siendo un vivero de gentes que viven del contrabando de cualquier  clase de productos, particularmente del tabaco. Pero no sólo son los llanitos los que se benefician del ilícito comercio, sino también muchos españoles del otro lado de la verja. No olvidemos que, en el caso del tabaco, su tráfico no es delito en España sino a partir de los 6.000 euros, con lo cual la represión resulta particulamente difícil, dado que los profesionales del tema ya se preocupan de resultar insolventes para no pagar las multas. Y ahora no existe arresto sustitutorio, como en tiempos de Franco.
           Por último, queda el asunto de los buques que repostan en el mar (el bunkering), infringiendo la normativa  anticontaminación, recientemente aprobada por el gobierno español. A los ingleses y los llanitos les puede dar la risa con este asunto, porque a ver como España puede sancionar esta práctica, cuando ellos afirman que lo hacen en aguas propias. Para acabar de fastidiarla, resulta que el ministro de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, Miguel Arias Cañete es o era (no sé si ha dimitido del cargo), el presidente de una de esas empresas que compraba a las gasolineras flotantes hasta diciembre de 2011, concretamente Petrolífera Ducar, con sede en Ceuta. Los ecologistas y el PSOE han denunciado en numerosas ocasiones el conflicto de intereses del ministro.
           En fin, el cóktel está servido. Gibraltar continua haciendo rellenos para ampliar su puerto, su ministro principal, Fabián Picardo, suelta la bravata en la BBC de que “el infierno se congelaría antes de que el gobierno gibraltareño remueva alguno de esos bloques”. Los pescadores siguen sin pescar y las colas de coches aumentan.
           Me parece a mí que sólo la negociación y en su caso un arbitraje internacional equilibrado podría acabar con el problema
            Mi consejo es que, si se les ocurre ir a visitar Gibraltar, pasen a pie, porque lo del retraso de los coches no es de ahora y sólo se ha agravado.
           Y por último, permítanme una anécdota de la que fui testigo presencial hace bastantes años, en una de mis visitas al peñón del Gibraltar, sus galerías (parece un queso de gruyere) y sus poco simpáticos monos babuinos.
           Estaban con la ceremonia de recogida de la bandera y había dos colgadas de sus respectivos mástiles. Salió la guardia inglesa y llevó a cabo una vistosa aunque breve ceremonia militar, como es costumbre en ellos. Su bandera fue recogida y plegada con todo el cuidado y siguiendo estrictas reglas de protocolo. Cuando terminaron de recoger la bandera del Reino Unido, una especie de ordenanza salió del edificio oficial (no sé si era el ayuntamiento o una especie de sede gubernamental de Inglaterra), descolgó la bandera de Gibraltar de cualquier manera y se la llevó sin más parafernalia. Cuando le pregunté a una señora que había a mi lado, por la diferencia de trato entre las banderas, me contestó: “es que la bandera inglesa vale mucho”

           Yo creo que las cosas no han cambiado prácticamente nada y la que sigue mandando de verdad es la Pérfida Albión. Por eso lo de Gibraltar lo tenemos crudo. 

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