domingo, 15 de diciembre de 2013

¿QUO VADIS, CATALUÑA?






           Pues la fiesta de los nacionalistas catalanes sigue adelante. Ahora ya tienen pregunta y fecha de la consulta y están todos felizotes por ello.

           Ellos saben perfectamente que la consulta no se va a celebrar, al menos de forma legal, como dicen todos que quieren que sea. Todos menos Esquerra Republicana, que va a por todas y dice que se hará sí o sí. Chulería no les falta, no. Y mientras tanto siguen todos chupando del sistema. Porque lo más curioso de todo esto, de esta rebelión independentistas, es que está inventada, orquestada y alimentada desde el poder legítimo que les da formar parte de una autonomía española, o sea de ser cargos públicos del la estructura política del estado español.

           Y esto es lo que más llama la atención y produce más asombro y malestar. Porque se supone que Artur Mas, el máximo responsable de todo este desatino, que juró en su día la Constitución y tiene la obligación de cumplirla y defenderla, no puede o no debe combatirla desde su cargo oficial.

           Con el cinismo y ambigüedad que caracteriza a nuestros nacionalistas españoles, estos señores se permiten infringir la ley desde puestos que les obligan precisamente a cumplirla y hacerla cumplir. Es que para eso les pagan. Es que el Presidente de la Generalitat es el Presidente de todos los catalanes, no sólo de los secesionistas. Si no tuviera la cara de cemento de alta densidad, lo que debería de hacer es dimitir y dedicarse a reclamar la independencia de Cataluña o lo que quiera defender, desde su propio partido. Pero utilizar las estructuras del Estado para tratar de destruirlo o de hacerle daño desde dentro y para tratar de engañar y perjudicar a los ciudadanos, sobre todo a los que quieren continuar siendo españoles, es una auténtica desfachatez.

           Como es sabido, el principal ingrediente de este nacionalismo paleto y corto de miras es el victimismo. El otro es, cómo no, el idioma. Fuera de eso, queda poco, la sardana o la butifarra con monchetas, características que no sólo tienen los catalanes, sino todas las regiones de España.

           Por lo demás y ya lo verán Uds., con nuestros nacionalistas hay poco que negociar. Si se accediera a sus pretensiones, si hacen el referéndum y lo pierden, volverán a intentar repetirlo ad infinitum. Y si lo ganaran, tampoco se puede alterar la Constitución española porque ellos los digan.

           Si no se negocia, que es lo que va a pasar, ya dijo Junqueras, que los independentistas van a crecer, que es lo que él quiere y seguramente tiene razón.

           Y mientras tanto, Cataluña hecha unos zorros, con la mayor deuda pública de toda España y gobernada por unos golfos y unos idealistas irredentos.

           Y lo más chocante de todo este embrollo es que yo creo firmemente que ninguno de nuestros nacionalistas, ni los gallegos, ni los vascos, ni los catalanes, quieren en realidad independizarse de España. Lo que quieren son privilegios y por eso combatieron en el año 1714, por eso apoyaron al candidato austriaco Carlos y lo proclamaron Rey en Barcelona, Rey de toda España, claro, que al bueno del aspirante le tenían sin cuidado los fueros de los catalanes, porque lo que quería era gobernar en Madrid.

           Y se quejan los tíos, “Cataluña contra España”, de que el Rey Felipe V les diera en la cara con el decreto de Nueva Planta, que estableció la igualdad con todos los demás súbditos de su reino. Pues parece que aún los trato bastante bien, después de que perdieron una guerra. Imaginemos que hubiera hecho Fernando VII pongo por caso.


           En fin, las cuestión catalana, me refiero al movimiento independentista no tiene más que una solución. Se llama tiempo y nuevas generaciones. Con los nacionalismos como con las religiones no hay más que una solución. Tratar de que se vaya imponiendo la razón frente al visceralismo y eso lleva tiempo, por lo menos una o dos generaciones, a las que habrá que convencerles de que lo mejor para los países, para todos los del mundo, es la unidad, la solidaridad y el no crearse enemigos inventados y artificiales para justificar los problemas propios. Y hay tantas gentes en el mundo que recurren a estos fáciles y falsos  argumentos, que la labor es inmensa y lenta, pero es la única eficaz. Digo….



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