sábado, 7 de abril de 2012

LA AMNISTIA FISCAL

Y el Gobierno del PP no deja de sorprendernos. Después de afirmar rotundamente que no subiría los impuestos, ni abarataría el despido, y perseguiría a muerte el fraude fiscal, resulta que hace todo lo contrario. Con lo cual se demuestra lo que ya es sabido, que una cosa es predicar y otra dar trigo. Una estar en la oposición y otra muy distinta tener la responsabilidad de capitanear el buque, como le pasa ahora a Rajoy.

Pero, entre todas las medidas adoptadas, la mayoría inevitables si queremos que en la Unión europea no nos tiren de las orejas, resalta la del perdón fiscal a los incumplidores. Se trata de un asunto difícil y discutible, pero parece que se ha impuesto el pragmatismo. Ya se hizo en otros países europeos, porque, a grandes males, grandes remedios, y mucho mejor es perdonar los posibles castigos, que quedarse sin el santo ni la limosna. Me explicaré. Resulta que existe mucho dinero B o negro o como le queramos llamar, que escapa a la acción del fisco. Ni en todos los casos se trata de delitos ni defraudaciones contra la hacienda pública, porque pueden existir verdaderas fortunas ubicadas en países que son paraísos fiscales que podrían legalizarse, pero no afloran a veces por el puro miedo del dinero a que se discuta su procedencia o su fiscalidad. En suma, que si alguien tiene en un sitio seguros millones de dólares sin problemas, porqué los va a traer a un país como el nuestro en donde la administración pública, todas las haciendas en suma, están con los bolsillos vacios y deseando pillar al primero que pase para cobrarle impuestos, aunque sean de dudosa aplicación. Es decir, nadie va a traer dinero a un país en donde la seguridad jurídica (o sea, saber a qué atenerte con las leyes con claridad y en cualquier momento) a menudo brilla por su ausencia, un país en donde no se puede andar por la calle con más de 10.000 euros en efectivo, aunque sean tus ahorros de la vida, sin hacer una declaración a hacienda, diciendo de dónde vienen y a donde van tus dineros, o sea que te piden explicaciones de que piensas hacer con tus euros.. Y de momento, te requisan los cuartos y luego ya te explicarás.

También existe el dinero no declarado, aquél que está en la “vija”, como le contestaba Laureano Oubiña en el juicio al fiscal, cuando le preguntaba al personaje donde escondía su dinero, que ya hay que ser gili.

En ambos casos, la medida, aunque antipática, es positiva. Y ello por muchos motivos. Primero, el país necesita dinero urgentemente. Segundo, este dinero probablemente no se va a localizar fácilmente. Tercero, puede aflorar dinero al que le interese entrar en España de forma legal, aunque sea totalmente transparente en otros países con otra legislación. Cuarto, la medida es excepcional y temporal. Quinto, no se excluye en absoluto la mayor persecución del fraude fiscal.

Naturalmente que está feo perdonar a los infractores, pero no olvidemos que esta clase de medidas se adoptan en otros campos incluso más graves, como ocurre con los testigos protegidos de cierto delitos graves en muchas legislaciones, a lo que se llega a eximir de la pena. También se perdona parte de las multas por pronto pago, por ejemplo.

Así que, a mi juicio, no hay como para rasgarse las vestiduras y esperemos que la medida reporte los beneficios que de ella se esperan.

Más cosas se podrían hacer para obtener recursos. Por ejemplo, el caso del tesoro del navio Mercedes, Udes, se acordarán del pleito que el estado español ha mantenido con la empresa norteamericana dedicada a estos menesteres. El juicio se ha ganado y han venido para España más de 250.000 monedas de un enorme valor. Y uno se pregunta si necesitamos tal cantidad de ejemplares para nuestros museos, porque hay que suponer que estarán “repes”. O sea, que con dejar una selección, pongamos 1.000, que ya son, para exhibirlas, el resto se podría enajenar, sobre todo teniendo en cuenta que nos han caído del cielo y que al estado español le habrán costado una pasta en abogados.

Y quien dice esto, pues cosas parecidas, que hay que hacer caja si queremos salir lo antes posible de la presente recesión.

Porque el peor problema que tenemos en España no es el paro, como se dice constantemente. Ya sé que esta afirmación sorprenderá a muchos. La explicación es sencilla. El desempleo que sufrimos no es la causa, sino el efecto de la situación económica. Nuestro verdadero problema está en el sistema financiero, o sea en los bancos. Naturalmente que estamos ante un circulo vicioso. No se crea empleo porque no hay inversión. No hay inversión porque no hay crédito. Tampoco hay crédito para el consumo, que cae. Y por lo tanto baja la producción y no hay empleo y sigue su destrucción. Encima el estado, presionado por los países más poderosos de la Unión Europea, sólo piensa en ahorra y apretar el cinto. La cosa es que no se puede sacar de donde no hay y si cae la producción y los beneficios, no se pagan impuestos, porque sólo hay gastos.

Y cómo romper este redondel maldito. No creo que descubra nada si digo que la solución está en donde está el dinero, es decir en el sistema bancario, al que habrá que obligar como sea y repito, como sea, aunque con la ley en la mano, que vuelvan a ejercer su negocio y aporten liquidez y crédito al sistema. Sabido es que en la sociedad capitalista, el crédito es la savia que nutre el sistema, de forma que, cuando falta o se restringe, al sociedad de consumo se marchita, se para, se anquilosa.

De forma que ahorrar está bien, pero para ello hay que crear riqueza, pues si esta no existe no hay de donde sacar para el ahorro.

La solución pasa por apoyar la pequeña y mediana empresa, que en su gran mayoría está axfisiada, cuando no quebrada.

En cuanto a la forma de conseguir que los bancos empiecen a reactivar el crédito pues hay muchas, que van desde su nacionalización, hasta las inyecciones de liquidez, pero con la exigencia de que el dinero llegue a usuario y la ayuda fiscal para cuando se financien proyectos viables o la creación de bancos públicos pero que funcionen con agilidad y competencia. Doctores tiene la iglesia para hacer esto, pero para mí está claro que el maldito círculo hay que romperlo por donde hay lo que falta, es decir, por la sede de los cuartos, siempre agazapados, siempre miedosos y siempre egoístas e insolidarios.

Y mientras tanto, puestos a ahorrar, podemos hacerlo en tonterías que aún se mantienen, como las embajadas catalanas en el extranjero o la ridícula traducción del Senado, aunque sólo fuera para dar ejemplo de austeridad. He dicho.

No hay comentarios:

Publicar un comentario