martes, 12 de febrero de 2013

LA DIMISION DEL PAPA


        Cosas veredes, Sancho, por lo visto, hacía unos seiscientos años que un Papa no cesaba voluntariamente en su cargo, suponiendo que sea verdad y que no lo obligaron de cualquier manera. Si uno examina la lista de los 265 Papas de la Iglesia católica, desde San Pedro para acá, llama la atención que todos murieron en el cargo, a salvo alguna excepción que confirma la regla. Algunos, por cierto, asesinados de las más diferentes maneras (al Papa Juan XII, allá por el año 964, lo mató un marido desairado y cornudo, por haberse pasado a su mujer bajo la tiara pontificia). La lista de los fallecidos violentamente o muertos en circunstancias muy extrañas (recordemos al Papa Juan Pablo I, muerto tras sólo 33 dias de pontificado, en el año 1978, en circunstancias nunca esclarecidas) alcanza nada menos que a veinte de ellos.


         También llama la atención el corto periodo de desempeño del cargo en los primeros tiempo de la iglesia oficial de Roma, pues bastantes duraron menos de un año y muchos menos de cinco. Por supuesto los sesenta primeros fueron casi todos santos, aunque todos ellos tuvieran una mano en el cetro papal y la otra en la espada.


         La gran mayoría, con mucha diferencia han sido italianos y más concretamente romanos, porque para eso la sede de este imperio religioso estaba y está en esta ciudad.


         Pero desde hace muchos, muchos años, los Papas se mueren en el cargo. Y la verdad es que no se recuerda a ninguno que llegara a la silla de ruedas.


         Por eso extraña sobremanera este cese voluntario del Pontífice alemán. Al menos en apariencia, no está tan mal de salud, ni el Vaticano ha informado de qué dolencia padece. De cabeza, parece que anda bien. Y en cuanto a capacidad intelectual, pues ha sido de los más lúcidos y cultivados que se recuerdan.


         Así que no se entiende esta renuncia, salvo que se trate de una dimisión. Dado el habitual oscurantismo de ese centro de gran poder político que es la llamada Ciudad Santa (no se lo creen ni ellos) y los tejemanejes propios de una organización cerrada, jerarquizada y donde la democracia está simplemente prohibida, pues la única que ejercen cada muchos años por cierto, es la del cónclave de la cooptación, la verdad es que personalmente no me creo la explicación de Benedicto XVI, porque no encaja nada. Los motivos de tan sorprendente decisión nunca los sabremos, porque quienes los saben jamás va a hablar, a no ser que salga otro mayordomo papal que se vaya de la lengua. En fin, ya tenemos otra vez montado el numerito del humo. Ellos se lo guisan y ellos se lo comen.

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