lunes, 19 de abril de 2010

LAS RELACIONES DE PAREJA.-

En las relaciones de pareja, llamese matrimonio, unión de hecho o arrimamiento, como se quiera, los sentimientos de querencia, eso que llamamos amor de forma eufemística e indefinida, raramente son al fifti-fifti. Hay matrimonios que han durado muchos años, como eran los de nuestros abuelos. Los mios maternos, tuvieron una relación de 60 o 70 años, nueve hijos, en fin, una unión de toda la vida… Pues bien, mi abuelo siempre estuvo enamoradísimo de su esposa y mi abuela, Sara se llamaba, simplemente se dejaba querer. La historia de mis padres es parecida. Mi padre conoció a mi madre cuando ella tenía 14 años y el 29. Tomás, que así se llamaba, siempre fue un amante apasionado, aunque dominante y machista, como correspondía a la época. Y ella siempre dijo que se casó con él “porque era muy simpático y contaba muchas historias graciosas”...



Quiero decir con esto, que la duración de una relación sentimental no depende solamente de la equivalencia exacta de los sentimientos amorosos, ni mucho menos. Los ejemplos de mi familia que he puesto abundan por doquier y es seguro que Uds. han conocido muchos. La estabilidad de la relación de pareja depende en realidad de algo distinto al amor, como es la tolerancia, la comprensión y la aceptación de los defectos del otro. Es algo parecido a la amistad. Aunque el amor y el sexo son importantes, es la capacidad de tolerar, de comprender al otro lo que fundamenta bien la relación. Y ello porque si el criterio único fuera el del amor, como se suele pensar equivocadamente, la cosa fallaría enseguida, teniendo en cuenta que no es materia que se pueda medir ni pesar, para poder decirle al otro: “yo te quiero, más que tú a mí…”



Partiendo de esa premisa, la convivencia de la pareja es un cóctel complicado que se compone de amor, de sexo, de paciencia, de comprensión y sobre todo de tolerancia hacia los defectos del otro.



Es cierto que existen casos en donde el enamoramiento es profundo, recíproco y duradero y eso hace obviar todos los problemas, de la clase que sean, porque el amor está por encima de todo. De estos yo he conocido algunos y he de decir que una relación de esa clase, que roza lo místico, ya no sólo está por encima de lo afectivo, lo moral o lo económico, sino incluso por encima del sexo y sus frecuentes complicaciones. Sería el caso del cónyuge, tan enamorado de su pareja, que desea que goce sexualmente incluso con otros hombres o mujeres y que, si alguno se atreve a hacerle sufrir en su relación es capaz incluso de salir en defensa de la misma, como si fuera propia…



En fin, las complicadas relaciones humanas, de hombre a mujer, de hombre a hombre y de mujer a mujer no son algo rígido ni estático, como pretende mucha gente, sobre todo los religiosos o moralistas . Al contrario, son algo vivo, que está evolucionando constantemente y que a menudo desborda los estrechos cauces sociales en donde se les pretende encajonar.



Es como la tecnología. El hecho de que haya multitudes enormes a los que les cueste cambiar sus costumbres de trabajo, no quiere decir que estén en posesión de la verdad. Lo único que revela es que son muchos y por tanto, tienen la fuerza de la multitud. Pero la de la razón y la ciencia acaba imponiéndose siempre, sencillamente porque obedece a motivos objetivos y empíricos, que son los únicos que de verdad pueden hacer avanzar a la humanidad en el terreno a que debemos de aspirar todos: la libertad, la igualdad de los seres humanos y la fraternidad entre todos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario