domingo, 21 de agosto de 2011

LA VISITA DEL PAPA

Con la llegada del pontífice de Roma a España, suceso que se produce periódicamente, pues la Iglesia Católica tiene en la península ibérica, Portugal incluido, uno de sus más importantes bastiones, se ha producido un fenómeno impensable hace muy poco tiempo. Europa Laica, una asociación que predica sobre todo la separación real de la Iglesia, sea la que sea, y el estado democrático, ha logrado convocar y aglutinar en una manifestación a miles de personas (20.000 dicen los organizadores, 5.000 las autoridades).

En primer lugar, hacer constar y recalcar que en Europa Laica no milita gente extremista y mucho menos violenta, sino precisamente bien demócrata y respetuosa de las opiniones de los demás, por lo que los pocos incidentes habidos en esto días son la normal consecuencia de enfrentamientos entre jóvenes de distinta ideología. Por otra parte, a la manifestación se han sumado muchos “indignados” del 15 M y ya sabemos que no todos actúan pacíficamente.

Europa Laica defiende sus ideas con argumentos y todos ellos de peso. No se trata de estar contra el Papa, el vaticano ni mucho menos la religión y los fieles católicos. No es eso, por más que desde la jerarquía de la iglesia de Roma, se trata de confundir a la opinión pública, queriendo calificar de anticlericalismo al laicismo.

Nadie puede negar la enorme fuerza social, política y económica que tiene la iglesia católica, y concretamente en España. El Vaticano lo sabe, lo utiliza y lo exhibe. Las multitudes que se han congregado en Madrid, para recibirle y aclamarle resultan en el fondo toda una manifestación de poder de las que gusta nuestra iglesia mayoritaria. No importa que muchos de los concentrados(habría que hacer una encuesta y los resultados podrían ser sorprendentes, cobre todo entre los jóvenes), no cumplan con la mayoría de los deberes de un católico, algunos olvidados, pero no por ello menos vigentes. Ni vayan a misa los domingos y fiestas de guardar. Ni se confiesen, ni comulguen… Tampoco que muchas chicas hayan dado el espectáculo de enseñar las piernas e incluso en sostén delante del papa. En realidad, lo que le importa a la jerarquía de Roma es el espectáculo de mira cuantos somos, cuantos jóvenes y todos de acuerdo. Este es un mensaje para navegantes y sobre todo para políticos en el poder o para los que aspiran a serlo. La iglesia de Roma no quiere perder sus privilegios en España, porque en gran parte vive de ellos y vive bien. Así que, después de la entrevista de Rajoy con el Papa, todo ha quedado atado y bien atado. Salvo que sobrevenga una catástrofe como la del 11 M, el pontevedrés ya viene cantando el triunfo, por lo que ya le ha podido dar seguridades a “su santidad”, de que la cosa va a ir bien, que no se preocupe, que España va seguir siendo católica. De eso se encarga él. Claro que lo más seguro es que lo haya dicho a la gallega, que es su estilo. Y el papa que es alemán, pero listo como un ajo, pues ya lo ha entendido.

Pero la “guerra” del laicismo no es solamente contra los privilegios de todo tipo que esta religión tiene a todos los niveles en nuestro país. No se olvide que sigue vigente el concordato entre el estado español y la Roma vaticana. Su lucha es contra un estado de cosas que supone terminar algún día con la imbricación existente entre el poder civil, emanado democráticamente de la soberanía popular, y el poder religioso (el mayor del mundo con mucha diferencia), que surge de una estructura piramidal y ancestral, que viene de arriba abajo y cuya cúspide ocupa ahora Benedicto 16. Es una pelea de un pigmeo contra un titán. Pero eso no quita fuerza alguna a las razones de los laicos ni a sus justas demandas.

La iglesia católica, como todas las iglesias, pero más que ninguna otra, es en realidad una tremenda y poderosa maquinaria de poder, que se ejerce de forma medieval y por tanto totalmente antidemocrática. Pero el futuro de la humanidad no puede ir sino por el camino de la democracia real, de la efectiva y verdadera separación del poder civil y el religioso, de la terminación de los privilegios y ayudas de todo tipo que, en el caso de España, rechinan desde hace mucho tiempo. De que todas las confesiones religiosas acepten de forma clara y sincera las leyes emanadas de los poderes democráticos, sin que sea admisible que traten de imponer las suyas propias, que no salen sino de la mente de unos pocos que mandan sobre millones a base de entelequias irracionales, sin ninguna base cierta ni científica.

En este sentido, la manifestación de Europa Laica ha sido un éxito y representa un rayo de luz, aunque tenue, entre tanto papanatismo como se ha podido ver estos días con la visita del Papa. En ese camino hay que seguir, porque conseguir algún día la verdadera separación del poder civil y el eclesiástico es una lucha que merece la pena y uno de los pasos más importantes para conseguir la profundización y el progreso de nuestra democracia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario