viernes, 18 de diciembre de 2009

AMINETU HAIDAR

La controversia entra España y Marruecos por el caso de la activista polisaria Aminetu Haidar la ha acabado resolviendo el gobierno Norteamericano. Al igual que ha ocurrido en otras ocasiones, son los yanquis los que tienen el verdadero poder de “convicción” sobre el Rey Mohamed VI, con argumentos que se suponen pero no se saben con certeza.

El reinado alahuita es una dictadura, como todo el mundo sabe, que no se anda con delicadezas ni argumentos sutiles a la hora de tratar a sus opositores políticos. En el caso de los saharahuis, no es que sean críticos con Marruecos, es que están guerra y se han estado matando durante muchos años, llegando los marroquíes a construir un muro (otro más de esta clase de los que existen en el mundo), que bloquea todos los territorios ocupados ilegalmente en su día por la marcha verde de Hassan II.

Los procesos de descolonización del que fue el más grande imperio de la Historia, es decir, el nuestro, el español, mayor en extensión que el romano o el francés de Napoleón, donde no se ponía el sol, han sido siempre un ejemplo de incompetencia, cuando no de estulticia o de soberbia o mejor, de todo eso mezclado un poco.

En el caso del Sahara, es que resulta que ni siquiera hubo proceso alguno. Se trataba de un territorio español, cuyos representantes, procuradores entonces, acudían a las Cortes con sus chilabas. Es decir, era una provincia más. Franco se moría y nadie sabía muy bien que hacer con los problemas internos y la indecisión que produce toda ausencia de un dictador que era “Caudillo de España por la gracia de Dios”, no lo olvidemos.

En esas circunstancias, el rey de Marruecos supo aprovechar la ocasión y montó la marcha verde, en donde decenas de miles de ciudadanos marroquíes desarmados, se presentaron en la frontera, donde estaba la legión esperándoles. Qué habrían hecho en tal caso las fuerzas armadas de Estados Unidos, Gran Bretaña o Francia?. Todos nos lo imaginamos y también que los moros saldrían corriendo y no pararían hasta llegar a Rabat, a Casablanca o de donde vinieran. ¿Y si se tratara de los israelíes. Pues no solo habrían repelido la invasión, sino que se habrían adentrado en el desierto unos cincuenta kilómetros, se habrían quedado allí y habrían empezado a negociar la devolución del territorio con Marruecos, alegando que se trataba de una franja de seguridad. Con el tiempo, habrían devuelto 25 kilómetros y hoy estarían en el mismo sitio, por si a los sucesores de Hassán se les vuelve a ocurrir una idea tan peregrina.

Pues, bien, de aquellos polvos vinieron estos lodos. Porque la descolonización del Sahara se hizo de forma unilateral, con lo cual resulta que, a efectos del derecho internacional, España sigue siendo la potencia responsable de tales territorios, por lo que nos quedamos sin el santo y sin la limosna.

La democracia española ha heredado esta situación envenenada y la solución, como casi siempre en estos casos, no es sencilla. Hassán II se preocupó de repoblar tan vasto territorio, de forma que ahora la población mayoritaria es de origen marroquí, pero ya hay dos generaciones que han nacido allí y que por lo tanto tienen tanto derecho como los primitivos ocupantes, que en realidad eran más bien nómadas del desierto que iban de aquí para allá con sus camellos.

Queda pendiente la realización de un referéndum de autodeterminación ordenado por la ONU, pero ambas partes se tendrían que poner de acuerdo acerca de algo tan importante como es el censo de habitantes. Es decir ¿quién tiene derecho a votar? Los Polisarios quieren el censo de cuando los echaron y de sus descendientes y los marroquíes el actual, pero es evidente que el plebiscito lo ganaría Marruecos.

Por otra parte, un terreno desértico en el que no había más que arena y pesca, además de los fosfatos del Bukraá, parece que tiene posibilidades económicas mucho más amplias y rentables. Existe un proyecto internacional para instalar campos gigantes de paneles solares, que podrían abastecer de electricidad a parte de Europa, a un coste razonable. Puede que también haya petróleo. En fin, que parece que puede salir riqueza en donde no viven más animales que las cabras, los dromedarios y los alacranes…

Todas las guerras tienen un trasfondo económico, aunque en la superficie sea la religión o el nacionalismo lo que se invoca. En este caso Aminetu Haidar ha montado un buen espectáculo que, (recuerden esto que digo ahora), se lo van a hacer pagar bien caro los que mandan en Marruecos por uno u otro camino, sobre todo porque se ha salido con la suya. Pero la dictadura alahuita no puede permitir esta clase de rebeldías. Para ellos la Haidar es una traidora y los Polisarios enemigos, con los que siguen en guerra. Y los moros no olvidan ni perdonan. Son de piñón fijo.

De momento, el sacrificio de esta mujer ha valido para que la gente se acuerde de que en el Tinduf, en Argelia, en condiciones durísimas, vive un pequeño pueblo que aspira a volver algún día al sitio de donde los echaron. Que lo consigan o no depende de la voluntad de las grandes potencias, sobre todo de EEUU. Y no parece el caso por el momento.

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