lunes, 28 de diciembre de 2009

LOS TERRORISTAS DE RELOJERIA

Pone los pelos de punta que, a pesar de las enormes medidas de seguridad desarrolladas desde los atentados de las torres gemelas en los aeropuertos de todo el mundo, todavía se puedan colar en un avión individuos con una bomba en su cuerpo, dispuestos a volarlo en cuanto les sea posible.

En este caso parece que el explosivo falló o la rápida intervención de los mismos pasajeros evitó que se consumara la tragedia.

El suceso merece varias consideraciones. La primera es que todas las precauciones y medidas de seguridad que se adopten para subir a un avión parecen pocas y estás justificadas, aunque a veces nos podamos creer que son excesivas e incluso humillantes. Pensemos que si se adoptan, los primeros beneficiados somos los que volamos, pues entre los millones y millones de personas que se desplazan cada día por los aires de nuestro planeta Tierra, puede haber alguno con macabras intenciones como este Abdul Farouk Abdul Mutallab, al que se ha logrado detener a tiempo…por esta vez.

La segunda, es que Al Qaeda sigue en guerra con el mundo, con todo el mundo, que no sean ellos mismos. El gran problema de esta organización terrorista es que no necesita casi nada en muchos casos para perpetrar sus atentados, porque sus emisarios de la muerte son como bombas de relojería, que pueden permanecer inactivos durante años, haciendo una vida normal. Pueden ser gente culta y de buena posición social (el tal Abdul Farouk es hijo del presidente de un banco nigeriano, tiene estudios superiores y ha vivido en occidente) y pueden engañar a mucha gente acerca de su aparente normalidad, pero cuando llega la orden por el medio que sea, y medios sobran para hacerlo sin que nadie se pueda enterar, el hombre-robot-fanático-suicida, se activa como una perfecta máquina de matar y da los pasos necesarios para cumplir su cometido.

La tercera y bien importante es que si Al Qaeda está en guerra con todos, pero sobre todo con occidente, debemos de ser conscientes de que para esta gentuza la vida del “infiel” no vale absolutamente nada y todos los que no somos ellos, somos infieles. Causa perplejidad la actitud estúpida de mucha gente que no entiende esto y que critica por ejemplo que se manden más tropas a Afganistán, que es la sede principal del gravísimo problema del integrismo islámico. Podemos ponernos a temblar todos si Pakistán que tiene la bomba atómica, cayera en manos de los talibanes, lo cual, desgraciadamente, no es imposible. Es decir, que tenemos que ser conocedores de que este asunto nos afecta y bien de cerca absolutamente a todos y que, sin saberlo, podemos estar conviviendo con una bomba humana de relojería que se activará en cuanto ellos lo dispongan. En otras palabras, no hay que bajar la guardia y todos los ciudadanos debemos de colaborar para controlar el peligroso fenómeno e intentar preveerlo. Sin caer por supuesto en el racismo ni en la xenofobia, pero denunciando el menor síntoma de extremismo o adoctrinamiento o cualquier otro detalle que se pueda observar de la existencia de esta gente. La labor no es fácil sino bien delicada, para intentar buscar la aguja en el pajar, pero es la única forma de protegernos de esta especie de plaga ideológica que intenta expandirse por el mundo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario