lunes, 9 de mayo de 2011

BIN LADEN...Y AHORA QUÉ

Y el enorme aparato del estado norteamericano, por fin ha conseguido el objetivo anunciado por el expresidente Bush. Declaró la guerra a Al Qaeda y a Bin Laden y ahí sigue Obama, que ha logrado que bajo su mandato se le dé el más duro golpe a esta terrible organización fundamentalista.

La muerte violenta de Bin Laden va a marcar un antes y un después en “la base”. Lo primero que habría que comentar es la circunstancia curiosa de que el jefe de esta banda, con su familia y acólitos, viviera tranquilamente en una pequeña población de Pakistán, rodeado de viviendas de jefes militares e incluso cerca de una academia castrense. Es evidente que los servicios de información de este país o no se enteran ni controlan nada, o han ocultado al de la barba y el turbante. Yo pienso que el líder terrorista le ha soltado mucho dinero sobre todo a los que dirigen el cotarro de la información, que se han guardado cuidadosamente a cambio de la pasta.

Cualquiera de los dos supuestos justifica sobradamente que las tropas especiales de la marina americana hayan actuado por su cuenta para atacar el bastión atrincherado del líder integrista. Ahora entonan como plañideras, quejándose de la invasión de su territorio aunque sea para propósito tan plausible, como cargarse a este desagradable individuo. La realidad es que las armas americanas vienen actuando en Afganistan y en Pakistán, en sus zonas fronterizas, desde el principio de esta guerra, sin frentes ni enemigos visibles y localizados, que ha precisado de todos los esfuerzos técnicos y humanos para combatir a los talibanes y sus adláteres.

Es cierto que el gobierno norteamericano funciona como cualquier otra gran potencia, con la razón de estado, como arma de sus actuaciones, particularmente cuando trata a nivel internacional y mucho más si de la seguridad yanqui se ve atacada. Estaba yo un dia para acceder a las oficinas de un compañero abogado en Nueva York, instaladas en un rascacielos cerca de la estación central y pude comprobar en vivo y en directo cómo se las gastan allí con la seguridad. Me costó Dios y ayuda el conseguir entrar al edificio y eso que tenía cita y el teléfono particular de mi amigo. En España no se concebirían tales restricciones para entrar a un simple despacho de un abogado. En fin, ellos han conseguido que los fanáticos musulmanes no hayan podido repetir cualquier atentado con bomba, desde la tragedia del 1 de septiembre del 2001.

Otra cosa que llama la atención y es una buena noticia, como es la muerte de este terrorista asesino, es que la repercusión real a nivel de manifestaciones ha sido bien escasa e incluso las ha habido de signo contrario. Esto abre una espita de esperanza en que los mulsumanes integristas fanáticos dispuestos a matar a todo aquél que no piense como ello no son tantos como se pensaba ni tienen tantos seguidores, lo cual resulta lógico porque los alcaedos no sólo matan occidentales, sino también musulmanes, como sabemos por la triste historia de atentados en muchos países asiáticos o de oriente medio.

Al parecer, Bin Laden era de verdad la cabeza de lo que suponíamos una hidra con mucho e ignotos brazos, capaces de desgajarse del cuerpo principal, como rabos de lagartija y actuar de forma independiente, unidos a apenas por las ideas. Parece que no es tanto así y esto es otra buena noticia. Casi siempre los terroristas y los extremistas, sean del signo que sean tratan de compensar lo reducido de su número a base de chillar, amenazar y aparentar que son muchos, pero a menudo esto suele ser prueba de su propia debilidad.

Creo sinceramente que Al Qaeda, está de capa caída y la muerte de Bin Laden es un golpe durísimo del que no se van a recuperar. Porque ahora viene la lucha de los segundones para ocupar su puesto. Ahí tenemos al médico egipcio Al Zawahiri (organizador entre otros del atentado que costó la vida al presidente egipcio Anuar el Sadat) y a otros que ni siquiera conocemos. Pero ninguno tiene el carisma suficiente para sustituir al jefe caído, a quien sus seguidores ya tienen por santo. Lo más probable es que comiencen a luchar entre ellos por el poder (como es normal entre los mismos talibanes e integristas) yque acabe habiendo disensiones y cismas que sólo harán que beneficiar la desaparición más o menos lejana de este movimiento musulmán, que tanto daño a causado a todo el mundo.

Por otra parte, hay opiniones para todos los gustos respecto a la forma de actuar del gobierno de EEUU en este asunto. Desde los que dicen que se trata de un asesinato, porque lo que habría que hacer es detenerlo y juzgarlo, hasta los que creemos que el derecho penal civilizado todavía no es aplicable en muchos casos como el presente.

Y los que disientan de esto, que prueben a detener a un tipo así, para ponerlo a disposición de la justicia o que digan cómo se puede hacer y si no, que se dejen de tonterías. La verdad, es que los únicos que han demostrado ser capaces de acabar con esta amenaza humana han sido los yanquis y hay que felicitarlos por ello. No olvidemos que, en el camino, a nosotros se nos quedaron 150 muertos. Y aunque parece que yo tenia razón cuando decía en mi último artículo, que habían sido los mismos del atentado de Marraquech (emplearon teléfonos móviles también), la realidad es que todos van por el mismo camino de odio, terror y violencia indiscriminada.

Bin Laden ha muerto y bien muerto está. Y ahora lo que procede hacer a mi juicio es tratar de fomentar y ayudar al islamismo moderado, para contrarestar en una generación, las enseñanzas de las escuelas radicales. Y por supuesto apoyar de la mejor manera las revoluciones populares que se están produciendo en los países árabes del Norte de Afríca y Oriente medio. Ahí está la clave de la renovación de los sistemas corruptos que vienen perviviendo en casi todos los casos con ayuda de las potencias occidentales, a las que lo único que parece interesarle es el petróleo barato y para ello precisan de la estabilidad política de los países productores, aunque sea a costa de apoyar regímenes tiránicos como los que ahora están siendo cuestionados y combatidos por sus propios ciudadanos-súbditos.

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