domingo, 3 de julio de 2011

OTRA VEZ A VUELTAS CON LA PRESUNCION DE INOCENCIA

Aquellos que sigan este blog, saben de las veces que he escrito sobre este asunto, pilar fundamental del edificio de la democracia actual, porque afecta a unos de los valores más importantes del ser humano, sino el principal, como es la libertad.

Viene esto a cuento, por el reciente giro que ha tomado el caso Strauss Khan. Resulta ahora que la camarera supuestamente violada es una mentirosa de tomo y lomo y además de tener relación directa con un delincuente del mundo de la droga, con el que habló del caso, había recibido ingresos en cuentas bancarias por 100.000 dólares.

Les confieso que en este asunto y con la información parcial y sesgada de los periódicos, ya había muchos puntos que no encajaban y que me hacían sospechar a mí y a mucha más gente, que detrás de la denuncia de abusos sexuales y de la desproporcionada reacción de las autoridades policiales y judiciales de New York, había muchas más cosas que un simple y común delito contra libertad sexual de una persona.

Ahora ya tenemos más datos, tantos que el Juez ha rectificado y puesto en libertad a Strauss, con devolución de las enormes fianzas y también a mi juicio exageradas, que había constituido.

En primer lugar, se sabe que el sexo practicado fue oral. ¡Hombre, díganme cómo se puede obligar a otra persona a hacer eso, en un hotel y sin emplear medios contundentes de violencia o coacción¡. Si la camarera se niega, sale corriendo o se pone a gritar, a ver qué hacer el bueno del hombre para obligarla a consumar algo como una felación.

Pero es que además todo el mundo sabe que cuando estás dentro de tu habitación, las camareras no entran a hacer las camas, porque tienen que respetar la intimidad de los huéspedes.

Incluso es normal en los hoteles grandes que el personal ande provisto de una emisora para conectar con la gobernanta o con recepción.

En fin, resulta muy difícil de creer que la relación sexual, que sí la hubo, no fuera consentida o tal vez pagada, lo que sí resultaría creible.

Pero lo que nos aparece cada vez con más fuerza, es la teoría de que alguien envió a la susodicha a provocar el suceso y le pagó por ello. Parece que estamos ante un hecho con muchas más implicaciones políticas de las que parecen, para tratar de arruinar la carrera de un hombre brillante, que sería incluso aspirante a la Presidencia de Francia.

Toda esta historia da mucho que sospechar. Desde la actuación desmesurada de las autoridades sin respeto alguno ya no a la presunción de inocencia, que se la han pasado por la entrepierna, sino de la personalidad a la que estaban deteniendo, vejando y hundiendo públicamente, hasta mirar hacia el otro lado del Atlántico y ver quién se beneficia de este triste suceso. Hasta la supuesta víctima, que ahora se descubre como una farsante, por lo menos en asuntos anteriores, y que supongo va a tener que dar cuenta de sus actos y de su dinero, para ver de qué oscuros lugares proviene y quien se lo ha pagado y porqué. Supongo que, aparte de las autoridades norteamericanas que investigarán todo esto, su propio partido político en Francia también tendrá que averiguar y decir algo y sobre todo defenderlo y rehabilitarlo, pues de momento y que se sepa no es delito que a uno le gusten las mujeres, aunque hay algunas como la señora esta de Guinea Conakry, de las que hay que huir como de la peste.

Hace poco tiempo, pasó algo parecido, aunque en tema completamente distinto como es el espionaje industrial. Udes. recordarán que varios altos cargos de la Renault en Francia fueron acusados de vender información del nuevo coche eléctrico a China. También la máquina de la justicia se puso en marcha contra ellos que, por supuesto, fueron despedidos fulminantemente. Al poco tiempo, afortunadamente, se descubrió que se trataba de un complot en los servicios de información. Otro caso de oscuros intereses.

Así que cuando lean noticias de este tipo, referentes a cuestiones de abusos sexuales, vamos a tomarlas con tranquilidad y concediendo siempre el beneficio de la duda y de la presunción de inocencia a las personas acusadas. Y no condenemos ni linchemos a nadie que se declare inocente como si estuvieramos en el salvaje Oeste americano. Y el que haga lo contrario (y desgraciadamente hay legiones de personas que les encanta creerse enseguida cualquier acusación contra los demás), digo yo que se merece que un día le toque a él o a alguien de su familia. Y luego ya verá cómo cambia de opinión respecto al tema de la presunción de inocencia. He dicho.

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