miércoles, 30 de mayo de 2012

LA COSA DE LAS PITADAS.-



      Y volvió el partido de futbol que decidía la Copa del Rey y coincidió nada menos que los dos equipos que tenían que disputarlo, pues eran el Atletic y el Barcelona. O sea, la pitada al himno nacional estaba asegurada por partida doble. Esperanza Aguirre, que a mí me recuerda mucho a Rosa diez, aunque cada una en su sitio político, como es de las que no tienen pelos en la lengua, dijo que aquello de la pitada sería una falta de respeto y que habría que suspender el partido y celebrarlo a puerta cerrada, si ocurría como estaba claro que iba a ocurrir.

El argumento es impecable y está lleno de razón, al menos a nivel institucional. Si a Ud. se le ocurre silbar o abuchear el himno norteamericano, en su tierra, más vale que se prepare, porque le puede pasar de todo.

Pero estamos ante el mundo del fútbol, en donde las masas acuden a un estadio, a ver un deporte, que a menudo tiene poco de deportivo. Porque, por si algún aficionado no lo sabe, lo deportivo es que gane el mejor, aunque sea el contrario. Bueno, pues explícale estos a miembro de la “torcida” de cualquier equipo de fútbol.

En realidad a los hechos, a veces bien trágicos, me remito. La mayoría del personal, además de ver jugar a su equipo, que quiere gane por encima de todo, van también al campo a liberar sus más íntimas frustraciones y sus más bajos instintos. Cuenta para ello con un elemento milagroso: la masa, que resulta impune y poderosa. Porque a ver quien le lleva la contraria in situ a 100.000 personas juntas, apasionadas, a veces enfadadas y hasta fuera de sí, con gentes dispuestas a pegarse con quien sea y hasta a matar o morir. O sea, como en una guerra, pero de los más estúpida.

Así las cosas, un abucheo o silvar a un himno en un campo de fútbol en realidad y  para la mentalidad de la gente que allí acude, no tiene la menor importancia.  Es como un divertimento. También fue llamar a Esperanza Aguirre, muchos a coro, de uno y otro equipo “hija de puta”.

Claro, si tu coges a cada uno de los 80.000 aficionados que había en el campo y le dices que firme ese insulto con su D.N.I., pues seguro que habría pocos. Pero es que la masa implica la impunidad y por tanto, la cobardía.

Y por supuesto, ninguno de los 80.000, reconocería ser un mal educado, que en realidad es la falta que se comete cuando se insulta a alguien.

El problema de muchos españoles es que realmente son muy mal educados y ni dicen buenos días, ni por favor, ni lo siento. Esto está desapareciendo. Pero, sabido es que para solucionar problema, lo primero hay que ser consciente de que existe. Y ningún español, incluyendo por supuesto a nuestros vascos y nuestro catalanes, te reconocerá nunca que es un mal educado. Aunque haya estado pitando al himno e insultando a gritos a Esperanza Aguirre.

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