domingo, 21 de febrero de 2010

EL DALAI LAMA

Pues como Uds. ya sabrán, el gobierno chino acaba de llamar a consultas a su embajador en Washington, porque, a pesar de la reiteradas y firmes advertencias al respeto, Obama ha recibido al líder espiritual del Tibet.

Naturalmente, el Presidente norteamericano tiene derecho a recibir a quien le apetezca o considere bueno para los intereses de su país. Pero el acoger a este personaje, a contrapelo de los chinos, resulta cuando menos chocante. Y ello por diversas razones que a todo el mundo se le alcanzan, como son el que a estas alturas del siglo XXI, EEUU y China son las dos potencias más poderosas del orbe mundial, con la particularidad de que la gran nación yanqui empieza a dar señales de retroceso como primera potencia, sobre todo en el aspecto económico y en el de influencia cultural, como refleja por ejemplo la ruina de su industria automovilística, la primera en facturación en su dia y ahora en quiebra y superada por la industria del ramo japonesa (para el próximo articulo hablaré de la Toyota) y sin embargo la China comunista se apunta como el próximo gigante mundial. Ambos países, en las antípodas políticas, se tocan como extremos que son y resulta que si China dependen de la tecnología norteamericana la deuda pública del gran país, está en manos de los amarillos.

Así las cosas, el Dalai Lama, anda de aquí para allá predicando no se sabe qué doctrina, pero, sobre todo dándole por el palo a todo el que paga la fiesta. Me explicaré. Si lo invitan, por ejemplo, a dar un discurso en Barcelona, el no tendrá inconveniente en gritar en catalán, ¡Visca Catalunya!. Si el acto trascurre, por ejemplo en el Central Park de Nueva York, donde tuve ocasión de verlo, en medio de una multitud de más de cien mil personas, descuida que se le ocurra criticar lo que sea de la sociedad americana.

El hombre, en realidad, con su brazo siempre al aire, parece inofensivo, pero es más peligroso que un mono con dos pistolas, sobre todo para su propio pueblo, porque cuando se le cruzan los cables o él lo considera bueno para sus propios intereses, que son los que le importan, pienso yo, azuza a los fácilmente azuzables monjes budistas…y ya tenemos montada la revuelta, que termina, como él sabe perfectamente, con miles muertos, heridos, detenidos y condenados a muerte. O sea, un poco como los generales antiguos, que mandaban a la muerte a miles de soldados, sin que les temblara el pulso. En realidad, el jefe espiritual y material de toda esa gente que dice creer en la paz y la no violencia, pero luego son capaces de andar a tiros como el primero, se parece mucho a un general, cuyas hueste fanáticas hacen lo que él dice, cosa que siempre niega, además, no vaya a ser que se lesione su imagen idílica de hombre contemplativo y pacífico.

Miren, no se dejen engañar, ese señor, de pacífico, nada. Su oficio es vivir del oficio, o sea de papa desterrado de los tibetanos y de montar el número a la mínima ocasión. Ahora lo ha conseguido con Obama, que tampoco es tonto y él sabrá porque lo ha recibido. Seguramente porque sabe mejor que cualquiera de nosotros lo que da de sí el personaje. El sabrá lo que hace, pero a mí me parece que el precio a pagar le va a salir bien caro al yanqui.

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