miércoles, 24 de febrero de 2010

EL ZAPATAZO DE ERDOGAN

Hoy tengo que felicitar a nuestra policía. Si comparamos los zapatazos dirigidos contra Busch con el enviado al primer ministro turco, la cosa no tiene lustre. En primer lugar, el lanzador de zapatos de Irak, le dirigió dos y con buena puntería, pareja a los buenos reflejos del Presidente yanqui para esquivarlos. En segundo lugar, estamos hablando del mandatario del país más poderoso del mundo y también el que bate el récord de enemigos de toda clase. En tercero, se trataba de una conferencia de periodistas, en donde se supone que los preparadísimos servicios secretos de la Casa Blanca, el Pentágono o lo que sea, deberían de filtrar la entrada de personas non gratas y mucho más posiblemente peligrosas. Y por último, el que le tiró los zapatos era iraquí, un país ocupado militar e ilegalmente por Estados Unidos, con lo cual hasta se justifica en cierto modo la acción.

Pero es que la rapidez en la detención del “zapatómano” en España ha sido fulminante, reduciendo al tipo con una limpieza y profesionalidad, que contrasta con la forma de agarrar al colega iraquí, que se revolvió bastante más.

En suma, como se ponga de moda lo de los zapatazos, se pueden adoptar medidas como por ejemplo repartir zapatillas livianas a la entrada de los actos en que intervenga alguna autoridad notable o bien obligar a los asistentes a que lleven zapatos de cordones, para que los servicios de seguridad estén atentos a quien se los afloje y puedan actuar de modo preventivo.

De todas formas, sigo insistiendo en que la actuación de la policía española en este asunto ha sido de premio, porque, si observan el vídeo, los uniformados reducen y esposan al alborotador en un plis plas, pero es que hay otro policía de paisano que lo agarra por la boca, con lo cual no puede decir ni pío. Esto es eficacia, hombre.

Y que vayan aprendiendo las escoltas de otros países mucho más poderosos, cuyos dirigentes son candidatos al zapatazo. He dicho.

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