lunes, 22 de marzo de 2010

LA GALICIA TRILINGÜE

Vengo de Nueva York, en donde hacía unos dos años que no recalaba, y me ha llamado la atención que el idioma español (el castellano en realidad, porque los otros idiomas también son españoles), tiene más fuerza que nunca. Basta entrar en una tienda, un hotel, un restaurante o por la calle y preguntar en voz alta, ¿Alguien habla español? Y es raro que no le contesten una o dos personas. Hace años, si hacías esto mismo en el holl de un hotel, por ejemplo, era fácil que nadie te contestara, incluso los que se reconocían fácilmente como latinos por su apariencia, porque había muchos que se avergonzaban de la procedencia y querían ser yanquis puros. Esto parece que se ha diluido prácticamente y está claro que el segundo idioma de la gran ciudad, al menos en su centro, es el nuestro. Naturalmente que todos hablan el inglés con fluidez, sobre todo la gente joven que lo ha estudiado en la escuela.

Digo esto porque nuestro presidente de Galicia, que ha demostrado ser todo un zorro de la política y con más conchas que un galápago, se ha inventado lo del “trilingüismo”. Es decir, sí al gallego, sí al castellano y sí al inglés. Ahí es nada, sabedor de que con el idioma de Rosalía no se llega más allá del Padornelo, y de que con el inglés se va a todas partes, pretende hacer de nuestros niños unos políglotas que hablen la lengua del terruño, el español universal y la lengua más útil para comunicarse y, sobre todo, ojo al parche, porque esto es lo más importante realmente, el lenguaje de la tecnología, o sea, del futuro.

La apuesta legislativa intenta contentar a todos, pero sobre todo apunta al sentido común y a un futuro mejor para nuestros jóvenes. En realidad y con los matices que se quiera, hay que estar de acuerdo con la propuesta, pues se trata de respetar la cultura autóctona, sin imposiciones de tufo dictatorial, de convertir en normal en la escuela lo que es normal en la calle y en casa y de abrir la puerta a la enseñanza del inglés, imprescindible en una sociedad global, en la que uno puede acabar trabajando en cualquier lugar del mundo.

No existe contradicción alguna entre el inglés y el castellano y tampoco deberá existir con el gallego. Cada idioma ha de buscar su sitio natural, según la gente quiera emplearlo y a ver si se termina la polémica causada por los nacionalismos españoles y volvemos a la normalidad, para ocuparnos de otras cosas más urgentes.

Y los que vivan de explotar este asunto, que haberlos los hay, que piensen en buscar otra manera de ganarse los garbanzos. He dicho.

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