jueves, 30 de diciembre de 2010

EL FUTURO DE NUESTROS JOVENES

Leia ayer en un periódico ¿Qué futuro les espera a nuestros jóvenes? Y me dije que si alguna cosa merece un artículo es precisamente tratar de contestar a esta pregunta, que ya se antoja capciosa, pero pienso que merece una profunda reflexión.

Yo les diré el futuro que está a la vuelta de la esquina. La respuesta no por sencilla y rotunda, es menos dura y está llena de escollos. Simple y llanamente, tienen que espabilar. En primer lugar, dejar de quejarse y lamentarse, los que lo hacen, de ser mil euristas. Miren Udes, todos hemos sido jóvenes y todos hemos empezado de una manera u otra nuestra vida laboral, como empleados, profesionales, funcionarios, empresarios… o lo que fuera. Y los comienzos son siempre difíciles para todo el mundo y en todas las épocas. También en mi época había licenciados en derecho conduciendo autobuses o de ordenanzas. Yo empecé trabajando en una gestoría, con mi flamante título, haciendo transferencias de coche y presentando documentos en los Registros.

Pero es cierto que los tiempos han cambiado. Cierto que la competencia ahora es mayor y existen muchos más titulados universitarios, lo cual es bueno, siempre es buena la cultura, pero conlleva la necesidad de esforzarse mucho más. Porque ahora ya no se compite a nivel nacional. El joven de hoy tiene que pensar y mentalizarse y sobre todo prepararse para trabajar y competir en cualquier país del mundo. También es cierto que las oportunidades y los tipos de trabajo han evolucionado notablemente. Hoy ya no se concibe por ejemplo que alguien piense en conseguir un trabajo algo apetecible sin saber de informática a nivel de usuario y sin hablar inglés.

No menos cierto que tenemos parte de nuestra juventud mal formada, fruto de un sistema educativo que viene haciendo aguas desde hace años, con los continuos bandazos legales, agravados por las excentricidades de los nacionalismos que padecemos particularmente en éste ámbito.

Hoy dice otro periódico en primera plana que, sin esfuerzo, sin estudiar, no se puede aprender. Ya es triste que una perogrullada como esta sea noticia de primera plana. Pues claro que sin esfuerzo, sin trabajo, sin sacrificio, sin constancia, no se consigue ni eso ni nada.

Somos muchos los padres españoles y entono el mea culpa, que hemos criado a nuestros hijos con exceso de lujo y bienestar y cuando llega Paco con la rebaja, cuando hay que dar el callo, crujen todas las cuadernas de la embarcación. Todo les ha caído del cielo, sin esfuerzo, sin sudor.

Nuestros chavales, en cuanto en su casa existe un mínimo de nivel económico, suelen echarse a la bartola. Tenemos una juventud poco deportista, poco acostumbrada a sudar la camiseta, que sale de noche a divertirse a base de beber alcohol y otras cosas peores para la salud. El domingo por la mañana, con un sol radiante, la España de nuestros jóvenes duerme a pierna suelta a veces hasta las cinco de la tarde. Y los campos de deporte están muchas veces vacíos y a menudo ocupados por gente que ya peina canas.

Este es nuestro triste panorama, del que todos somos responsables, pero sobre todo ellos mismos, porque entre la masa de juventud que actua como refiero, también existen muchas honrosas excepciones que hacen que, curiosamente, un país en donde se practica tan poco deporte, tenga grandes campeones en muchas especialidades. Querer es poder.

¿Que qué futuro les espera a nuestro jóvenes? Vaya pregunta tan tonta. Pues el que ellos mismos se busquen y se labren, que para eso tiene toda la vida por delante. Es fácil. Sólo tienen que mirar a su alrededor. Pero no en su pueblo o su ciudad, no en su país. Las cosas no van por ahí. Hoy el mundo es sumamente pequeño y hay que tratar de aprender de todos y de todo aquello que merezca la pena. Y hay que espabilar, como ya dije al principio, si no queremos que se nos merienden los chinos, los coreanos y demás asiáticos, los indios y hasta los brasileiros, porque son muchos y sobre todo tienen hambre de saber y de vivir mejor.

Parece que los que más estudian son los coreanos, unas diez hora diarias. ¡Coño, si nuestros chicos estudiaran tantas horas diarias seguro que coparíamos los premios Nobel de todas las especialidades¡

Ya lo dijo Einstein, cuando le preguntaron la fórmula del éxito: Un 1% de inspiración y un 99% de transpiración…

Así que, chicos, aplicaros el cuento, porque vuestro futuro sois vosotros mismos. No hay otro secreto.

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