jueves, 17 de marzo de 2011

JAPÓN, LA CATÁSTROFE

El terremoto con escala nueve y el sunami, que ha asolado una región del país del sol naciente, produciendo miles de muertos, desaparecidos y desplazados, se agrava extraordinariamente al haber afectado a una central atómica productora de energía eléctrica.

La falta de refrigeración y la rotura de los vasos protectores de los reactores ofrecen un panorama bien preocupante, porque no es problema fácil de solucionar y sobre todo no es sencillo evitar o controlar las radiaciones, que pueden ser perjudiciales para la salud de las personas.

Dos cosas llaman la atención en este dramático suceso. Por una parte, el comportamiento modélico de los ciudadanos nipones y por otra las consecuencias de todo tipo que se están produciendo y van a seguir de esta catástrofe nueclear.

En cuanto a lo primero, basta comparar las reacciones de la gente en un país como España, ante una simple subida de nivel de un río, que causa daños fácilmente reparables, con la de los japoneses que los han perdido todo, vidas humanas, sus casas y todas sus pertenencias. Ni una sola escena de histeria, ni protestas, ni por supuesto saqueos a los supermercados, como ocurre en muchos países ante este tipo de acontecimientos. Los japoneses, a los que cabría definir como los alemanes de oriente, son un pueblo organizado, solidario y responsable. Y por tanto, van a conseguir recuperarse con rapidez, entre otras cosas porque se van a poner a trabajar todos a una para reconstruir lo que se ha llevado por delante la naturaleza. Mi admiración y solidaridad con este pueblo, que nos da ejemplo en muchas cosas.

Respecto al tema nuclear, no se sabe muy bien cómo va a terminar la historia, pero lo que está claro es que estamos ante un accidente muy grave y peligroso y que, como siempre que ocurre una rotura en una central atómica como la de Tukushima, se resucita a nivel mundial el debate sobre estas fábricas de electricidad. Lo partidarios antinucleares se crecen en sus argumentos y entonan el “ya lo decíamos nosotros” y los que defienden la energía atómica, sobre todo los gobiernos, se han puesto a revisar las fábricas que tienen en sus países, para tratar de compensar la oleada contraria a estas centrales que evidentemente se nos avecina.

Yo diría que, al igual que la vida no es todo lo que queremos, pero es todo lo que tenemos, el avance de la humanidad siempre ha estado llena de riesgos para el ser humano. La dinamita, los explosivos en general han servido para la guerra, para matar a mucha gente, pero también para hacer carreteras, puentes o pantanos. Las presas que contienen millones de litros de agua, son muy peligrosas y cualquiera podría fallar con un terremoto de escala nueve. Y al romper el dique, la fuerza del agua se llevaría por delantes a pueblos enteros.

Así pues, las centrales nucleares no son sino otro invento humano para mejorar la vida de los humanos. Sin ellas, que proporcionan energía eléctrica abundante y barata, no sería posible mantener los actuales niveles de consumo de esta energía. Las energías limpias, como la eólica o la solar, todavía tienen que andar bastante camino para poder competir desde el punto de vista económico con la nuclear. Porque de eso se trata en realidad, de una pura cuestión económica. Si mañana mismo se pudieran cerrar todas las centrales atómicas del mundo, sin que existiera ninguna clase de repercusión, sin que se notara en el consumo ni en la economía mundial, pues creo que todos estaríamos de acuerdo y por supuesto todos los gobiernos también. Pero esto sencillamente es inviable al día de hoy.

Así que lo que va a ocurrir es que la avería de la central japonesa, (que por cierto es muy antigua, factor que seguramente ha colaborado para que se producan las averias en los reactores), se va a solucionar. Si los nipones pudieron superar lo de las bombas atómicas, que nadie dude que podrán con esto, que no tiene ni comparación. Y muchas otras centrales van a ser revisadas a fondo. Y para las próximas que se levanten, lo que ocurrirá, una vez que pase el efecto Tukushima, es que se adoptarán medidas de seguridad mucho más estrictas, sobre todo para prevenir posibles terremotos, con lo cual la tragedia de los japoneses habrá valido para algo. Porque los seres humanos aprendemos siempre mucho más de los desastres y las calamidades que de las cosas buenas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario