viernes, 11 de septiembre de 2009

ACERCA DE LA PROSTITUCION

Y vuelve a ponerse de moda el debate sobre el llamado oficio más antiguo del mundo. ¿Prohibirla? ¿Legalizarla? ¿Regularla? ¿Penalizar a los clientes? Como hay opiniones para todos los gustos, yo voy a dar la mía, que para eso estoy en territorio blogencial. Eso sí, como todo lo que afirmo, procuro razonarlo y someterlo a otra opinión mejor fundada, como se dice en términos jurídicos.

Naturalmente, el tema daría para escribir un tratado bien gordo, pero no es el caso de ponerme a disertar sobre todo lo que se me ocurre al respecto. Así pues, trataré de ser sintético y claro.

En principio, prostituta, puta, ramera, meretriz, piculina, mujer de la vida, mujer pública…quizás sea esta condición la que mayor número de definiciones tiene tanto en nuestro diccionario de la lengua como en la “vox populi”. En suma, se trata de aquella mujer que ofrece sexo a cambio de dinero y aunque esta sea un definición un tanto corta, vamos a centrarnos en ella. Es decir, en la mujer que vive de abrirse de piernas.

Le llaman la profesión más antigua de la humanidad y por algo será. Desde el punto de vista crematístico, habría que decir que, como toda oferta, responde a una demanda, concretamente a la necesidad fisiológica de sexo que tienen los machos de la especie humana. La misma necesidad que tienen las hembras y a veces mucho más desaforada, no ha dado lugar a un comercio carnal paralelo y otra vez hay que decir que analizar el porqué nos llevaría más de un tomo en papel biblia.

Lo cierto es que las mujeres de vida fácil (apelativo que les colocaron precisamente los sectores sociales que consideraban su vida difícil y pecaminosa) han existido desde los tiempos remotos de la prehistoria. En todas las sociedades, casi siempre reguladas por la práctica y las costumbres aceptadas comúnmente, se ha dado la prostitución y en algunos casos la protagonista de turno ha llegado incluso a escalar altos puestos de poder económico y político, siempre por supuesto a la sombra del hombre protector, que se enamoró de sus encantos.

Pero, sentado que el puterío ha existido y existe en todas la comunidades humanas, habrá que abreviar y plantear algunas cuestiones. Por ejemplo:

¿Cumple la prostitución una función social? Les invito a reflexionar acerca de las personas que pueden recurrir al pago de los servicios sexuales de una mujer por los más variados de los motivos, como pueden ser una deformidad física o síquica, la timidez, el deseo de no comprometerse con ninguna persona de forma sentimental, los presos de la cárcel,…ect.

¿Se debe de prohibir la prostitución lisa y llanamente, colocándola como delito en el Código Penal? Este es el sistema de EEUU. Se debe de castigar al cliente? Es el modelo de Suecia. Se debe de castigar sólo al proxeneta, es decir, al que se aprovecha económicamente de la mujer. Ese es el sistema español. Bueno, yo que soy un convencido defensor de la libertad individual, estimo que lo que se debe de hacer es precisamente respectar la libertad de que cada uno haga con su cuerpo lo que le parezca, sin molestar a los demás.

Las feministas españolas, valga por caso, están encadiladas con el modelo sueco, que les gustaría implantar. Ellas, como los nacionalistas, no quieren convencer a nadie, quieren imponer sus ideas a fuerza de Boletín Oficial de donde sea. Ellas le echan toda la culpa al hombre, reduciendo a la prostituta voluntaria a una especie de “rara avis”, que carece de voluntad y criterio. Una pobre subnormal a la que ellas, las salvadoras de las mujeres, tienen que proteger de esa especie descarriada de falo erecto, sólo preocupado por introducirlo en alguna parte, que es el hombre.

Naturalmente, tal simplificación no tiene nada que ver con la realidad, pues ni todas las putas son analfabetas, ni sometidas a una mafia de trata de blancas, ni lo hacen por necesidad.

En realidad el problema, como todos los humanos, es mucho más complejo y no se soluciona sólo a base de Código Penal.

Para mi, lo único que hay que distinguir en este tema es el de la libertad, como ya dije antes. Parece mentira que quienes defienden para el aborto que la mujer es dueña de su propio cuerpo, no hagan lo mismo cuando se trata del sexo, algo mucho más placentero e inocuo.

Vamos a ver, hay prostitutas que ganan más que un ministro, que llegan al hotel de lujo en Porsche Carrera y con abrigo de marta cibelina. Y que además son universitarias. Y que no permitirían que nadie las coaccione, las explote e incluso las aconseje, porque lo mandarían al carallo. ¿También a estas hay que protegerlas? Hay que llevarles al refugio de mujeres maltratadas y regalarles condones chinos, como hacía una ridícula organización feminista que se dedicaba a repartirlos por los puticlubs, como si allí no los hubiera de cualquier tamaño, incluido el senegalés? ¿Qué motivo hay para prohibirles su trabajo, que les reporta un nivel de vida excelente y con el cual ellas están de acuerdo totalmente? Me lo cuenten, porque yo no entiendo las razones.

Por supuesto que dentro del puterío, lo hay de todas clases, desde la categoría superior, que viven como reinas hasta las yonquis que malviven en las calles de nuestras ciudades. También las hay obligadas por mafias, secuestradas, violadas y maltratadas. Pues bien a estas hay que ayudarlas por supuesto con las medidas adecuadas, sociales, económicas y legales en la medida que sea necesario. Por supuesto, el delito de trata de blancas, de la explotación sexual de la mujer de forma coactiva, debe de ser perseguido y lo es por nuestras autoridades. Pero la prostitución voluntaria entiendo que no. Se hará preciso regularla y ahí estoy de acuerdo con Esperanza Aguirre, una mujer que suele decir lo que piensa sin tapujos. Por ejemplo, no se debe de permitir la presencia de profesionales del sexo que pululen por las calles, pues tampoco se trata de una cuestión de la que ninguna sociedad tenga que mostrarse orgullosa y hay muchas personas a las que hiere en su sensibilidad. A mi personalmente me hacen gracia, desde las putas del Bois de Bologne de París, desnudas debajo de su abrigo de piel, que te enseñan el género para que lo compres, hasta las muy prácticas de las rotondas de Torrevieja en Alicante, que se instalan con su mesa, sus sillas y su bebida fresca a la espera de que pique el cliente. Pero comprendo que a muchos ciudadanos les moleste la visión y lo que conlleva y que deseen su desaparición de las calles.

Así pues, yo estoy por la regulación y el control, tanto estadístico, como sanitario y económico. Estariamos matando varios pájaros de un tiro, lo que a mi me encanta. Tendríamos a las putas censadas, controladas médicamente, pagando impuestos y protegidas con todos los mecanismos del estado de derecho. Yo creo que es la mejor salida, aunque seguramente nadie me va a hacer caso. ¡Ah¡ y de las putas de verdad, que abundan incluso más que las otras y poca gente sabe que los son más que ellas mismas, de esas…les hablaré otro día. Ya verán que divertido.

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