lunes, 30 de noviembre de 2009

LA PRESUNCION DE INOCENCIA

Lo ocurrido al joven canario al que se le ha muerto una hija de corta edad, a causa en primer lugar de un accidente (se cayó de un columpio) y de un gravísimo error médico, seguido de otro si cabe tan o más grave aun, pone los pelos de punta y demuestra que vivimos en una sociedad en donde mucha gente piensa poco o nada y sólo responde a lo que dicen los medios de comunicación. Parece que a nadie, incluidos nuestro gobernantes y hasta muchos de nuestro jueces y tribunales, les importa un pito el principio de presunción de inocencia. Caminamos por una senda en la que el poder ejecutivo y el legislativo que va en el mismo rumbo, pretenden solucionar cualquier problema social a base de Código Penal y a base de campañas de mentalización, que nos hacen o pretenden hacernos creer, que vivimos rodeados de maltratadotes de mujeres, de violadores de niñas y de malhechores de toda casta y ralea.

El público, que ya es de por sí proclive a creer que todas las cosas malas las hace el otro y cuanto más horrorosas y tétricas sean más fácilmente se las cree, no duda en asentir fervientemente a cuantos actos de repulsa sean necesarios para demostrar que está contra toda clase de crímenes, siempre encabezada la manifestación por los profesionales del linchamiento del supuesto responsable, para cuya lapidación pública no hace falta para nada que haya un juicio y una sentencia firme.

En realidad y al paso que vamos, no van a hacer falta los Juzgados y Tribunales. Será mejor pillar al supuesto culpable, meterlo en una pira de madera y quemarlo en la plaza pública. Lo de las pruebas en su contra... eso en realidad no tiene mucha importancia, porque de lo que se trata es de hacer justicia rápida y efectiva y ya se sabe que eso sólo lo consiguen y lo hacen bien los periódicos sensacionalistas y las asociaciones que reivindican aquello de “contra violación, castración”.

¿Quién defiende el sagrado principio de la presunción de inocencia a estas alturas? ¿A quien le interesa?. Pues miren, les diré algo bien fuerte, el que no crea que este principio hay que defenderlo incluso por encima del de la seguridad pública, le deseo que le pase lo mismo que al padre de la niña en Canarias. Que se le muera su hija, de un accidente, por un error médico y que lo acusen, lo detengan y lo linchen en la horca de papel por otro error médico, consistente básicamente en sentar las bases para que se le pueda acusar al bueno del muchacho de haber maltratado a su niña, haberla violado y sodomizado y haberle causado la muerte. Esto es en realidad lo que hay que desearle a toda esa masa de ignorantes antidemócratas, que no se dan cuenta de que cualquier dia lo que le ha pasado a este chico les puede pasar a ellos y por eso, aunque sólo sea por eso, hay que defender de forma contundente y colectiva que todo el mundo es inocente hasta que no se demuestre lo contrario y haya una sentencia firme, se le acuse de lo que se le acuse.

Y en este pecado, hay que meter a mucha gente. A nuestros gobernantes, responsables de que se haya creado una sicosis que hace ver a todo el mundo delincuentes de determinados tipos penales por todas partes. A los médicos, que ven malos tratos y abusos sexuales donde no los hay y a los mismos jueces, que aplican medidas cautelares a diestro y siniestro, por si las moscas los acusan de contemporizadores con el presunto delincuente.

En tanto, habrá que esperar que al pobre muchacho al que se le ha muerto su hija y se ha visto maltratado de tan torpe y cruel forma, le pida alguien disculpas. Pero eso en este pais es “rara avis”.

Hace muchos años en la ciudad de Vigo se dio un caso similar, pues en un colegio de educación especial aparecieron alguna niñas discapacitadas mentales con síntomas de haber sido penetradas. Los padres, como no, apuntaron enseguida contra un determinado maestro. Un forense determinó que había acceso sexual y el buen señor fue a dar con sus huesos a la cárcel, con lo que eso supone en este entorno. También se produjo el linchamiento mediático de los periódicos.

Andando el sumario, acabó demostrándose que las niñas padecian furor uterino y se metian cosas en la vagina, como bolígrafos y cosas así. O sea que no era que el profesor ni las había tocado, era que no las había tocado nadie.

Recordemos también el crimen de Cuenca, en donde se llegó a condenar a muerte a dos personas, por haber matado…a quien seguia vivito y coleando.

En fin, reflexionemos antes de condenar a nadie y esperemos a que la justicia actue, porque el principio de presunción de inocencia es uno de los logros de la civilización y nadie, absolutamente nadie, está libre de tener que invocarlo alguna vez.

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