miércoles, 19 de mayo de 2010

EL CASO CAMPS...LA HISTORIA SIGUE

Y ya pasó un año (tempus fugit…, que decían los romanos, pero yo creo que más bien vuela), de cuando me jugué con un amigo una mariscada acerca de la historia de los trajes del presidente Valenciano. Yo mantuve que al final resultaría empapelado, porque el benevolente auto de sobreseimiento dictado en su día por el Tribunal Superior de Justicia de esa Comunidad sería revocado al fin por el Tribunal Supremo. Así acaba de ocurrir y aunque el curilla sigue con la sonrisa de palo, esta se va volviendo cada vez más una mueca, un simulacro, porque la procesión va por dentro.

Camps ha mentido descaradamente en el asunto de los trajes, que le fueron evidentemente regalados y el hecho de que tales dádivas no se puedan conectar con favores concretos a la trama GURTEL, no le que quita un ápice a la realidad de dónde vienen los regalos y en qué contexto estaban hechos. La amistad del Presidente valanciano con el “bigotes” no es el mejor referente para establecer un criterio disculpatorio de unas donaciones que, cuantitativamente, no representan sino la punta de iceberg de cosas mucho más gordas.

Evidentemente y desde el punto penal, estamos ante un delito bien leve, llamado de cohecho impropio, que consiste en recibir alguna dádiva por el mero hecho de ostentar un cargo público. Porque si se descubre que el regalo lleva consigo alguna otra clase de contraprestación, entonces ya entramos de lleno en el coecho o soborno puro y duro.

Pero la cuestión de los trajes va a trascender al ámbito meramente penal, sobre todo porque se trata de un juicio con jurado, con lo que ello supone de carga emotiva directa. Es decir, va a ser el pueblo el que juzgue el delito. Diré que si hay un tipo penal para el que encuentro más adecuado el juicio popular, es precisamente el de cohecho, por lo que se supone de establecer de forma directa la justicia ciudadana, sin intermediarios judiciales. Y así el ámbito penal de un delito no grave, se engrandece al estar el presunto responsable bajo la lupa del ciudadano de a pie, sobre todo porque su responsabilidad política va con el cargo. Y estamos hablando del Presidente de una de las Comunidades Autónomas más importantes de España.

Que el juicio al Sr. Camps se va a convertir en un juicio político, no me cabe la menor duda. Hasta dónde le va a quedar fuelle a él y al Sr. Rajoy, que sigue apoyándole, para aguantar las tarascadas que les esperan, nos dará la medida política de ambos y la escala de valores por la que se rigen.

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