sábado, 1 de mayo de 2010

EL VELO ISLAMICO

Y sigue la guerra del pañuelo, del yihab, del burka. También la del crucifijo. Los laicistas acaban de perder una batalla jurídica en Zaragoza, donde un juez ha dicho que obligar al Ayuntamiento de la ciudad o más bien a su alcalde Belloch, socialista el hombre por cierto, a retirar el crucifijo que preside su mesa en los plenos, no es de recibo, porque sería tanto como primar el agnosticismo. Hombre, algo de bueno tiene la sentencia y es que pone al mismo nivel ambas tendencias ideológicas, pero para mí está claro que el Sr. Juez no está acertado en su opinión jurídica, pues los laicistas no tienen porque ser agnósticos o ateos, también pueden ser religiosos, aunque lo que pretenden es que de verdad sean separados el Estado de la religión. De cualquier religión, obviamente. Y que los signos religiosos desaparezcan del espacio público. Difícil batalla, que precisa de grandes esfuerzos para conseguir pequeños logros.


Yo estoy convencido de que la guerra de los crucifijos en centros públicos acabará ganándose, pero va a costar Dios y ayuda, porque la inercia social no se cambia de la noche a la mañana.


Pero cuando estamos tratando de conseguir pequeñas victorias ciudadanas en lucha con la poderosísima tradición social católica, no encontramos ahora con que vienen los otros, los mahometanos, a tratar de hacer lo mismo o algo parecido. Era lo que nos faltaba. Tiene la ventaja la cuestión de los musulmanes que, como son iconoclastas, pues no pretenden imponer ni colocar sus signos en ningún lugar, por la sencilla razón de que no los tienen. A ellos les basta una alfombra y el suelo para rezar y no gastan en velas ni en procesiones. Pero tienen un punto flaco, que choca con la realidad occidental, sobre todo del derecho de las mujeres.


Nosotros ya hemos conocido los tiempos en que nuestras féminas andaban con el pelo tapado y en que tenían que ponerse un velo y medias hasta en el verano más caluroso para entrar en una iglesia. La religión católica, como la judía y la de Mahoma, no andan tan lejos unas de otras en estas cosas.


Desde el punto de vista puramente policial, o sea, para poder identificar a la gente, no es lo mismo una pañuelo tapando el pelo, que un velo, que el burka. En ese sentido es lógico que se impongan restricciones a las mujeres que los lleven. Ya se han dado casos de féminas que han pretendido comparecer ante un tribunal con prendas que les tapan la cara o pasar fronteras, con lo cual no se pueden identificar y eso no puede ser y además es imposible en un país avanzado y democrático.


También tenemos el conflicto en algunos colegios, que no es que se opongan a que una niña lleve un pañuelo en la cabeza porque sí, sino porque los prohíben sus normas, que deben de ser iguales para todos.


Pero los franceses, sabios ellos siempre a la hora de legislar, ya han dado en el clavo con este asunto. El tapar la cara por la calle con esta clase de vestidos supondrá una infracción administrativa leve, penada con 150 euros, que se impondrán lógicamente a la que no cumpla la norma.


Pero en el proyecto de ley, va algo más bien interesante, porque ataca al meollo real de la cuestión y es la obligación impuesta a una mujer por motivos religiosos de llevar esta prenda. Ahí se convertirá en delito con multa de hasta 15.000 euros y un año de cárcel, a imponer al o los impositores. Es verdad que descubrir estos casos, sin la colaboración de la afectada que siempre va a decir que los lleva voluntariamente y que nadie le obliga, no resultará fácil, pero es un primer paso para ayudar a las que de verdad quieran salirse de la tela de araña fatal que presiona a las mujeres, en contra de su dignidad y su derechos, a utilizar prendas medievales en una sociedad libre y democrática.


Como muchas veces copiamos de nuestros vecinos del norte, bueno será que empecemos a regular legalmente este asunto, antes de que tome más entidad y que no nos pille el toro como a menudo pasa en España. Estas cosas hay que pararlas lo antes posible, que luego hay que andar a zurriagazos con la gente y es mucho peor.

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