jueves, 10 de febrero de 2011

Y EGIPTO SIGUE

Pues la momia parece que está dispuesta a que la entierren en su pirámide, llevándose consigo a la otra vida valiosas pertenencias y numerosa comitiva de sus acólitos y servidores, algunos con su voluntad y otros a la fuerza, como era costumbre en los faraones. Así, hacían matar y enterraban con ellos, en el corazón inexpugnable e intrincado del laberinto dentro de la tumba real, a sus más directos servidores, a sus arquitectos, a sus mujeres y a muchos de sus pobres y obedientes siervos.

Murbarak cuenta ahora y sobre todo con el poder del ejército, de su ejército, y el que dá ahora la cara, el vicepresidente Suleimán, acaba de amenazar a las masas con un posible golpe de estado. La cosa se complica, porque ni siquiera nadie sabe de qué aldabonazo de los militares está hablando y ni siquiera si se refiere a ellos o a los tristemente famosos Hermanos Mulsumanes, que aguardan su oportunidad agazapados entre la multitud, con su maquinaria bien engrasada y presta a saltar al poder en cuanto puedan.

Pero el pueblo sigue en las suyas y con trescientos muertos a la espalda y miles de heridos, no parece a estas alturas que una posible represión feroz, a base de cañonazos, le vaya a hacer desistir de sus peticiones de que se marche el dictador. Yo pienso que, antes al contrario, si los cañones de los tanques se vuelven de nuevo contra la multitud, la cosa se va a poner que arde en contra de los que están defendiendo un régimen que pienso va a morir con ellos.

Guardando las distancias, hay que recordar que en la revolución de octubre de 1.917, en Rusia, las masas de manifestantes en las calle de Moscú y San Petesburgo se daban cuenta de que los cosacos a caballo ya no les atacaban con la misma ferocidad que tenían por costumbre. También ahora los tanques han vuelto sus enormes cañones en dirección contraria a los que protestan en la calle.

Así que una dictadura militar como es en realidad el régimen egipcio, malamente puede darse asimismo un golpe de estado que no sea una farsa. En realidad, sí va a haber un asalto real al poder, como apunta de forma difusa el vicepresidente, lo normal sería que surgieran militares democráticos o que intenten serlo, que se pongan del lado del pueblo, que es quien en realidad está haciendo la revolución.

Lo que parece claro es que va a correr la sangre y como Mubarak siga así, yo creo que no va a ser sólo la de los manifestantes. A lo peor para él acaba como Ceaucescu en Rumanía. Pronto lo vamos a ver.

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