domingo, 16 de agosto de 2009

LA SENTENCIA DEL ESTATUTO CATALAN

Artur Mas, de CIU, quiere poner la venda antes que la herida y ya anuncia movilizaciones ciudadanas, manifestaciones y movimientos políticos agrupados, para el caso de que la sentencia del Tribunal Constitucional, que debe de resolver el recurso de inconstitucionalidad del PP, no salga como ello quieren, es decir, que ni se les ocurra toca una coma.

Esta agria reacción del político nacionalista, se puede contemplar como una presión anticipada hacia el Tribunal o como miedo puro y simple a que el TC desmonte y anule muchos de los artículos de la ya famosa ley. Personalmente, no creo que los ilustres magistrados de nuestro superior tribunal, cuya misión bien importante es interpretar la Constitución, se vayan a dejar presionar por las promesas populistas de Mas. Y más cuando llevan tres años pensándoselo, pero uno ya está bastante cansado de ver que algunos partidos políticos, sobre todo los nacionalistas aplauden las resoluciones del TC cuando les benefician y las combaten y tachan de influenciadas políticamente cuando no les gustan.

Miren, señores de CIU, el empezar a anunciar que se van a echar al monte cuando ventean que el TC. les va a dar algún que otro palo, no es nada serio.

Cierto que lo que diga el alto tribunal sobre el estatuto catalán, va a resultar bien importante para otros que están pendientes de revisión, como el gallego, pero no lo es menos que la sentencia le puede dar un revolcón de carallo a la actual política catalana, que viene funcionando, como es lógico, en la aplicación de un estatuto, que no ha sido suspendido lo que, desde luego, fue un error monumental, porque desmontar ahora muchas de las cosas que se han hecho a su sombra va a resultar cuando menos difícil, sino traumático para algunos.

Por ejemplo, en el tema de la lengua. Recuerden que el primer estatuto presentado en las Cortes Españolas venía a decir que el conocimiento del idioma catalán era un deber para todos, así como suena. Es decir, que un crucerista ruso o japonés, que llegara al puerto de Barcelona, por ejemplo(todos los días llegan miles a esta bonita ciudad), aplicando la estupidez que decía el estatuto, en cuanto bajara del barco, que ya se sabe es territorio de su bandera, debería de conocer de forma automática y por ciencia infusa la susodicha lengua.

Tal tontería se corrigió como era lógico en la ley aprobada por fin, pero quedó la obligatoriedad para todos los ciudadanos catalanes. Cualquiera que lea la Constitución Española, artículo 3 y alguna sentencia del TC, sabe perfectamente que tal obligatoriedad es contraria a la Constitución. Y uno no se explica sinceramente como las Cortes Españolas pudieron aprobar tal desafuero lingüistico. Por supuesto, el resultado está a la vista y es bien grave para muchos ciudadanos que viven en Cataluña y para el resto del Estado Español. El castellano ha sido erradicado prácticamente de la vida pública catalana y, lo que es peor, de la educación, pasando a ser pues como el inglés o el francés, es decir, un idioma optativo.

Este error histórico, que el partido en el gobierno ha tolerado y del que ha sido cómplice, por razones exclusivas de mantenimiento del poder, es tan grande, que es evidente que los alumnos que se eduquen al socaire de esta legislatura van a ser muy poco duchos en el manejo del idioma nacional, con los problemas sociales y profesionales que les conllevará en el futuro. Además del tema del idioma, el adoctrinamiento nacionalista que se padece en las escuelas catalanas, producirá a medio plazo un recrudecimiento de los extremismos separatistas…y todos sabemos en que acaban este tipo de historias. No hay más que mirara hacía el Norte del país.

En fin, por mi parte, me alegraría que el Tribunal Constitucional ponga las cosas en su sitio e interprete correctamente la Carta Magna en lo que haga falta, porque hay algunos puntos del Estatuto Catalán que son tan manifiestamente inconstitucionales, que no hace falta interpretarlos. Simplemente hay que anularlos. He dicho.

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