Se dice que la justicia lenta no es justicia, o lo es menos. Bueno, pues miren Udes a esos jueces indios que acaban de dictar una sentencia por el caso de la tragedia de Bohpal, en donde, recordarán Udes, un escape de gases tóxicos de una fábrica mató en el acto a 3.000 personas. Se calcula el total de víctimas en 25.000 aproximadamente.
Esto ocurría en el año 1.984, Pues bien, 26 años después, el tribunal indio ha condenado a siete directivos a dos años de cárcel cada uno y a la enorme multa de 8.900 euros. Las indemnizaciones a los afectados, hasta donde yo sé, anduvieron por los 3.000 dólares.
Los condenados son todos indios, porque el presidente de la compañía, el norteamericano Warren Anderson, tomo hace años las de Villadiego y no se le ha vuelto a ver por tan pintoresco país (ni se le verá, como es lógico).
Los afectados han protestado, como es normal, de una sentencia que más parece una burla de la Justicia o un recochineo a base de injusticia.
Quizás a estos jueces tan inútiles e ineficaces habría que despedirlos y someterlos a la prueba del gas rebajado. O sea, meterlos a todos en una habitación y soltarles un poquito de gas del de la fábrica. Sólo un poco, para que tosieran durante un rato y sintieran en sus propias carnes de qué iba la faena.
Para lo que han hecho, más valía que hubieran sobreseido el caso en la via penal, por lo menos no habrían caído en la vergüenza internacional que se desprende de esta noticia para el funcionamiento de la justicia en un país que pretende salir del atraso cultural y social en que lleva inmerso desde tiempo inmemorial.
Como los afectados ya han cobrado cuatro perras y la tragedia ya estaba semiolvidada, pues para que remover más en la porquería. Porque puestos a buscar responsabilidades, seguro que se podrían encontrar en otras instancias más altas, que autorizaron una fábrica como la de marras en una zona densamente poblada. Pero esos serán amiguetes seguramente de los que han tardado más de un cuarto de siglo en hacer injusticia. ¡Pobres indios¡
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