jueves, 21 de octubre de 2010

OTRA VEZ GARZON

Los que me siguen en este articulario que escribo, saben de las veces que he hablado del Juez Garzón y de cómo he criticado su forma de ejercicio del poder que la ley y la democracia conceden a un magistrado en este nuestro país.

He predicho con bastante exactitud lo qué le iba a pasar por la causa contra el franquismo y por las escuchas a los presos y abogados del caso Gurtel en la prisión. No era difícil. Lo peor de su actuación en ese y en otros muchos supuestos es que nunca ha actuado por imprudencia o desconocimiento, que no lo tiene, sino sabiendo perfectamente lo que hace. Y ahí está lo grave del asunto.

Establecer escuchas secretas entre un abogado y su cliente que está en la cárcel es un hecho bien grave. Atenta al derecho de defensa, a la presunción de inocencia, al secreto profesional, en fin, a derechos fundamentales que un juez nunca puede lesionar y antes al contrario, tiene el deber de velar celosamente por ellos.

El juez no está autorizado nunca a salirse de la ley y del procedimiento. Su poder en la democracia es enorme, pero su obligación estricta es aplicar la Ley, le guste o no, de forma imparcial y sin revelar tendencias de tipo ideológico, religioso e incluso ético o moral. Porque no le pagan para que utilice el poder que el pueblo le concede a su capricho, llegando a inventarse las normas o torciendo las existentes, de forma que encajen, aunque sea de forma mancornada, en la idea de justicia que tiene en la cabeza.

El juez Garzón ha hecho muchas más de las que conoce la gente común, que si no han terminado en denuncias o querellas de prevaricación ha sido por la sencilla razón de que nadie las ha presentado. Luego habrían prosperado o no, pero motivos para la admisión a trámite, les aseguro que haberlas hailas.

Ya ahora el Tribunal Supremo parece que también lo va a sentar en el banquillo por el asunto de las escuchas. Yo creo que no hay antecedentes en la historia judicial española de unos hechos de este calibre. Cualquier abogado se sentirá profundamente ofendido y sorprendido de saber que un juez ha ordenado interferir en su comunicación con su cliente, algo que se considera sagrado en democracia. Ahora el Sr. Garzón también está imputado de un delito o varios y tiene su abogado que le defiende. ¿Qué le parecería si otro juez ordenara gravar sus conversaciones con su Letrado?

En democracia todos tenemos que ser vigilantes con el cumplimiento de la Ley, pero más que nadie las autoridades cuyo trabajo y obligación es precisamente esa. De lo contrario estamos corrompiendo el sistema y eso es más fácil de lo que parece. Lo que ya no es tan sencillo es recuperarlo luego. Así que yo creo que el Juez Garzón está bien donde y como está, porque alguien tenía que pararle los pies, con la Ley en la mano, que le es aplicable a él como a cualquier otro ciudadano de este país.

No hay comentarios:

Publicar un comentario