domingo, 10 de octubre de 2010

ECUADOR, QUE PENA

Conozco este bello pais que tiene de todo, desde la selva cerrada, hasta montañas de nieves peremnes y hermosas playas, que baña el océano pacífico.

En España tenemos una importante colonia de ciudadanos colombianos, por lo que todo cuanto pasa en Ecuador tiene hoy por hoy especial relevancia en España.

La rebelión de policías en Quito, intentando no sólo destituir a su Presidente, sino incluso matarlo, cosa que no consiguieron porque hubo otros policías que lo protegieron con su cuerpo y uno de ellos murió, nos demuestra hasta qué punto es débil la democracia en este país. Que los encargados precisamente de la defensa de las libertades y los derechos de los ciudadanos y por supuesto de proteger a su máxima representación popular, que es su Presidente electo, intenten matarlo, pone en evidencia hasta qué punto las estructuras de poder en Ecuador, como en otros países del entorno, dependen de un hilo.

La tradición de cargarse Presidentes por medio de la algarada y la sublevación tiene antigua tradición en este país andino. Eloy Alfaro, aunque está reconocido como el Presidente que más contribuyó a la modernización del país, tanto en el aspecto técnico con el ferrocarril de Quito a Guayaquil como en el social, sobre todos por su decidida defensa del laicismo, fue sacado de la cárcel y linchado por una muchedumbre el 28 de enero de 1912, que los arrastró por la calle.

Llama poderosamente que la gravísima sublevación sufrida por Correa, apenas tenga otras consecuencias que la destitución de algunos cargos policiales, cuando en buena ley tendría que haber cientos de detenidos y procesados. Uno se pregunta, donde está la policía de verdad, los fiscales o los jueces, que serían los encargados en cualquier sistema democrático de hacer cumplir la Ley y de aplicar el Código Penal que a buen seguro prevee fuertes penas para los que han cometido uno de los delitos más graves que se pueden concebir, como es levantarse contra su propio pueblo, con las armas que el mismo pueblo les da para que los defienda.

Porque eso es lo que ha ocurrido en realidad en Ecuador. Porque eso es lo que sucede siempre que se da un golpe de estado en un país democrático. Que los protagonistas, a menudo espadones o detentadores de un falso poder que no les correspode o del que hacen mal uso, se levantan contra su propio pueblo, sin que valga el argumento de que el político de turno, elegido democráticamente, lo está hacienda mal. A menudo no es que lo esté hacienda mal, sino que lo está hacienda a contragusto de los intereses que defienden y creen lesionados los que se levantan, intereses que no suelen ser tal, sino privilegios de casta o de grupo, difícilmente defendibles frente a la fuerza de la voluntad popular, representada por el sistema democrático, que es quien ostenta la soberanía y el único que puede sacar de su sitio a quien puso y ello mediante los mecanismos legales que existen y hay que respetar en todo momento. En, fin, Ecuador, que pena.

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