martes, 14 de julio de 2009

LA GUERRA DE LOS COUSO

El caso de reportero gráfico José Couso, muerto en el Hotel Palestina de Bagdad, el 8 de abril del 2.003, vuelve a estar de actualidad, porque la Audiencia Nacional ha ordenado de nuevo el archivo de las actuaciones.

La persecución de este asunto, en que el juez Pedraz llegó a procesar a tres militares norteamericanos, no tiene desperdicio, sino es el que se produce cuando nuestros jueces estrella quieren ejercer de justicieros de la humanidad.

Imaginemos por un momento que todo el rigor jurídico de los autos de procesamiento a los militares citados se aplicara a todas y cada una de las muertes de civiles que se produjeron en la guerra de Irak. Naturalmente, sería imposible, pero en teoría tendrían el mismo derecho que el caso comentado. Aquél día, además de el malogrado fotógrafo, murió también el reportero de la agencia Reuters Taras Protsyuk. Pero es que pocos días antes, si no recuerdo mal, mataron en combate nada menos que al hijo de Julio Anguita, también reportero de guerra, cuya familia no ha reclamado absolutamente nada. Que se sepa, tampoco lo ha hecho la familia de Protsyuk, al que sí le dieron una medalla en su país.

Por cierto que entre las muertes de Anguita y Couso hay una diferencia notable. Al primero lo mataron los iraquíes y al segundo un tanque yanqui. Cualquier entiende que si hubiera sido al contrario no sé si la familia de Anguita habría reclamado, pero estoy seguro que la de Couso no hubiera iniciado acciones legales.

Cómo se puede por ejemplo, procesar a un sargento que está dentro de un tanque, en plena batalla, por obedecer una orden de disparar, que le llega de su superior. Sin contar con que dentro del tanque van más soldados (según la teoría del Juez Pedraz, habría que empapelarlos a todos). El juez Pedraz o cualquiera de los denunciantes, tendrían que ponerse en el sitio y lugar de los que están en la guerra en pleno combate. A ver qué hacían. Es que los del tanque tenían que esperar a que les soltaran una granada anticarro o les disparan de cualquier manera?. Es que Couso y el otro corresponsal no cometieron una clara imprudencia apuntando con sus cámaras a un arma poderosa de guerra como es un blindado y a una distancia tal que podía existir un equívoco, en medio de una batalla? Lo que no se entiende es cómo no les dispararon antes y sin preguntar a nadie.

Esta historia, con todo el respeto para la familia de Couso, que ha perdido a su ser querido, se ha sacado de madre y viene siendo un reflejo del tema de la jurisdicción universal, que es a mi juicio otro despropósito jurídico, que ahora ha venido a moderarse legalmente.

Aplicar finas técnicas jurídicas de nuestro Código Penal a una situación de combate y además en un caso individual, solo se explica por el evidente desenfoque de nuestros jueces centrales, que deberían de darse cuenta que sólo son poderosos porque aquí en España, la Ley les ha conferido un poder a mi juicio excesivo. Naturalmente que saben que, fuera de nuestras fronteras y precisamente por estas actuaciones judiciales totalmente absurdas, basadas en una ley voluntarista e imposible de aplicar a nivel internacional, sólo provocan la hilaridad o el enfado.

A la hora de la verdad, la única medida efectiva, dado que en España no se puede juzgar a nadie penalmente en rebeldía, sin haberle tomado al menos declaración con asistencia de abogado, es la de la famosa orden de busca y captura internacional, cuya eficacia es más que discutible, teniendo en cuenta de donde viene y porqué viene. De entrada, la INTERPOL la tiene que rechazar, porque según sus estatutos no puede intervenir en delitos que deriven de actuaciones militares. Y dudo mucho que cualquier policía del mundo se atreviera a detener a tres militares norteamericanos por una orden de un juez español, derivada de supuestos delitos cometidos en la guerra de Irak. Me gustaría ver eso.

Así pues, toda la parafernalia judicial empleada en este caso y en otros parecidos, no son más que fuegos de artificio, en los que se emplea el dinero público alegremente y en los que España acaba quedando en ridículo, pues hasta Caruana en Gibraltar se permite dar consignas a su pequeño pueblo de que desobedezcan a la Guardia Civil. Recordemos por ejemplo el episodio de los piratas somalíes, en que el juez de turno no sabía ni que hacer con ellos, ni nuestra Marina de Guerra tampoco. Al final, se impuso la cordura y los mandaron a Kenia. Allí están bien.

El camino no es el de que España se convierta en la justiciera del mundo, pretensión absurda e inalcanzable, como todos sabemos, sino el de apoyar y potenciar los tribunales penales internacionales y que todos los paises se comprometan a respetar sus decisiones y colaboren en perseguir los delitos más graves que se siguen cometiendo por muchas partes del mundo.

Y los corresponsales de guerra seguirán cayendo en el ejercicio de su profesión, meritoria y peligrosa. Pero nadie les obliga a ir allí, como nadie les obliga a los mozos a poner en peligro su vida en los encierros de Pamplona o a los montañeros al subir las heladas cumbres o tantas actividades como hay en las que la gente se juega la vida voluntariamente. Son riegos aceptados a priori, que forman parte de la actividad. Es su vida y ellos la administran como quieren.

1 comentario:

  1. Estoy totalmente de acuerdo , sobre todo en dos temas tratados: en el deseo de nuestros jueces de convertirse en jueces estrella y en el hecho de que los corresponsales de guerra desempeñan un oficio peligroso, que ellos asumen cuando van a primera línea. Respecto al tema de que según quien mate, iranies o americanos, se piden o no justicia e indemnizaciones, el tema es muy deslicado y mereceria toda una tesina.

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